jueves, 26 de diciembre de 2019

Confluencia
Es tan difícil narrar como cambio mi vida luego de conocer a Lucero. Cruce su mirada una tarde, en un colectivo que me transportaba al trabajo.
Sentada en un asiento simple junto a la máquina de boletos no pude evitar verla. Estaba en el lugar para discapacitados y pensé en levantarme a cederle el lugar. El señor frente a mi bajó y el lugar quedo vacío justo para ella.
La señora apenas me miró el uniforme, estaba excluida viendo por la ventana como las calles avanzaban.  Le la espalda al chófer, se notaba su incomodidad. Pause la música y me quite los auriculares. Me costó encontrar las palabras.
Le toque el hombro y con una seña intente que comprendiera mis actos.
- ¡Perdón! exclamé de momento a otro, ruborizada- ¿No quiere intercambiar asientos? Luce que está. algo perdida.
La señora acomodó sus anteojos y sonrió.
- Querida, muchísimas gracias por preocuparte, estoy vieja y me pierdo así... Encima va tan rápido...
Aprovechamos el momento que el semáforo detuvo el transporte.
Parecía que todo terminaría ahí, y habría hecho la acción positiva del día. Si no fuera porque la señora me preguntó mi nombre.
Supe que su nombre era Lucero, que volvía a su casa después de verse con un médico por un dolor, Supe que era viuda y vivía sola, pidió amablemente que la visitara cuando terminara mi día laboral, que me esperaría con comida casera caliente. Bajó y se despidió.
Me pasé las 4 horas pensando en la ternura que me había dado la situación y en si debía ir a la casa de una completa desconocida.
Mi caradurez me gano de mano, o eso digo cuando cuento esta historia. Le toque el timbre a la hora establecida, con el uniforme en la mochila, ansiosa y temerosa.
-¡Hola querida! Pensé que no vendrías. Que creerías que estaba loca... Por invitarte a mi casa... Estoy tan sola...
-Hola, si, tampoco sabía si venir... Traje un postre.
Supe que Lucero tenía setenta y dos años. El día que el padre, que era analfabeto, le regalo su primer libro, soñó con un mundo lleno de imaginación y por eso se dedicó tanto a enseñar a leer a niños de primer grado. Supe que tenía una hija de una edad similar a la mía, y una nieta que no había visto su rostro jamás. Admitió, mientras me cebaba un mate, que tenía cáncer y que estaba avanzando.
No pude evitar llorar mientras le ayudaba a sacar las empanadas del horno. Lucero estaba sola y persistí con que hablara con su hija. Le rogué que le hiciera una llamada. Que no importaba la razón de su separación, que no pensara en eso.
Quedamos en llamarnos por teléfono cada tanto. Un día que tuve franco fuimos a tomar un café y no pudimos pasear mucho, los dolores la aquejaban. A la semana no hubo llamado. Insistí, haciendo sonar varias veces, sin recibir respuesta. Tampoco en su casa atendía mis timbrazos.
 Mi angustia crecía al paso de las horas.
A primera hora del día volví a intentar. La puerta se abre y aparece una chica. Lloraba mares, carraspeaba. Me abrazó. Me sentía tan confundida, no sabía cómo reaccionar, que decir.
Mariano, el marido se apareció detrás de ella. Llevaba en sus manos a Guadalupe, la nieta de Lucero. Florencia me invito a entrar. Me sirvió un café mientras me comentaba que había escuchado mucho de mí y me agradecía la vida por los momentos que compartí con su madre el último mes de vida.
Mis lagrimas afloraron.

jueves, 19 de diciembre de 2019

"Tenemos que hablar"

Repartidos en la calle los vidrios refulgían como pequeños soles. No podía dejar de observarlos mientras bostezaba. El auto estacionado con el parabrisas roto, como si alguien habría salido volando de ahí y la sangre seca en el pavimento no permitía que me sintiera a gusto.
Marcos nunca fue tan persistente con hablar. Sus llamados telefónicos fueron más insistentes que cualquier otra alarma. Ni mi novia en un ataque de celos molesta tanto. Era demasiado temprano para mi idea habitual de despertarme. ¿De que querría hablar ahora mismo? Si la última vez que lo vi fue ¿Anoche? Cuando me trajo a casa y dejo a mi chica en la suya.
-Necesito pedirte un favor... Dijo mientras me cedía la mano en modo de saludo.
-Eu, primero un "Hola", un "Como Estas" o al menos un "No quería joderte la hora de sueño". Mi tono era igual de fastidioso como cuando escuche su voz en el teléfono hora y media antes.
-Perdón, realmente lo necesito... Cálmate hermano, por favor...
-Está bien, me tranquilizo. Pero lo sabes, este lugar siempre me dio mala espina y ni hablar de ese puto auto que me eriza la piel solo verlo.
-Pensé que esta plaza te traía buenos recuerdos. Sonrió Marcos en broma, la seriedad de mi rostro lo calló enseguida.
- ¿Cuál es el favor? Respondí en seco.
- Que me escuches y que me perdones. Deslizó sus ojos hacia el auto y le seguí la vista.
En el asiento del acompañante una mujer se desangraba. No la había notado antes al llegar. Mirando su aspecto era ella...
-Mi novia. Exclamé.
Me acerque enloquecido. Tiré de la puerta hasta que cedió solo para oír que no respiraba.
- ¡Marcos! Grité lo más fuerte que pude. Me giré sin encontrarlo en ninguna parte. Intente recordar cómo estaba vestido y no podía.
Una señora me ve y sale corriendo. ¿Pero cómo? Si no había nadie recién...
Un hombre me toca el hombro, me pide que me calme.
- ¿¡Que me calme!? Acaba de morir mi novia... Replico gritando a toda voz.
Escucho sonar un teléfono, y otro, y otro. La gente me mira asustada y más teléfonos suenan. Debe ser Marcos, sí, me va a decir lo mismo.

martes, 10 de diciembre de 2019

Era nuevo en esta cosa de contar su vida. Tenía mucho que arriesgar para poner fin a su tortura. No en vano había trabajado tantos años bajo la mirada de un horrible jefe. Tenía una casa que pagar y una familia a la cual cuidar. Pero el dolor llegaba a su punto limite. Ya no dibujaba sonrisas en las nubes. El suelo era duro para seguir cavando.
No anocheció. Se quedó la velada con los ojos puestos en el destino descarado. En buscar maneras, opciones, oportunidades para acabar con el dolor. Con la tiranía del rey de su existencia.
Busco amigos, confío en las voces de otras personas alrededor de su universo inquieto. Lloro de desesperanza en la oscuridad y vio la luz. Solo le quedaba terminar el proceso que lo llevaría a la libertad. Los miedos lo aterraban pero nada era efímero ya. 

jueves, 5 de diciembre de 2019

Atrio



 Bajó del barco, levantó la cabeza y lo vio. 
El koala también la observaba desde la jaula. La investigadora estaba frente al último animal del planeta.
-Quise decírtelo, lo juro, pero no me animé. Musitó el científico apenas vio a Nancy descender la escalinata. -Vení, seguime.
Solo dos palabras pueden describir la situación dentro de la camioneta. Clima tenso. Había mucho de qué hablar, pero se mantuvieron en silencio los primeros minutos. La ruta al centro de investigación era extensa. El portal se había abierto a metros del río y se había extendido por más de un kilómetro.
Lo primero que observó Nancy fue el carrousel en medio del bosque deforestado. Le siguió una pirámide similar a las egipcias, pero en está, la punta se erguía una cruz. Roberto no dejaba de hablar sobre el sistema nervioso, la conciencia, y la calamidad que podría ocurrir si salían más noticias acerca de lo que sucedía en esa zona.
- ¿Lo recordás? Esa señora que salió en Canal 13 que decía que su gato un día comenzó a hablar. 
- Fue una locura. dijo Nancy. Un misterio inescrutable se desentraño a partir de ese entonces.
Una estrella fugaz atravesó el cielo esa noche. El gato volvió a su normalidad al día siguiente y un perro en otro pueblo fue noticia por la misma razón. La gente empezó a tener miedo de las mascotas, de qué podrían decir si hablaban. Lo mismo opinó el gobierno y se generó una matanza indiscriminada de animales. El koala que viste antes también llegó a hablar por unos días. Pensamos que hablaría de temas banales, pero no. Razonaba teorías sobre el Portal y se quejaba de la visión antropocéntrica del humanismo.
Escucharon un ruido mecánico parecido al de una bujía rota. Roberto sintió que algo andaba mal dentro del centro. Subió las escaleras sigilosamente. Rápidamente, se escondió detrás de la puerta que se abría de manera abrupta.
-Voy a seguir yendo igual, ¿Me escuchaste? -Vociferó Juan, el capataz. No pareció ver ni la camioneta ni a Roberto. Sólo se giró y caminó hasta perderse en lo oscuro del portal.
Nancy descendió del coche y ambos ingresaron. No había nadie dentro. Observó el lugar. Una mesa de madera blanca contenía una pequeña cúpula de no más que 5 cm de alto. Alrededor, sobre las paredes, había distintos tipos de maquinarias que hacían de alarma cada vez que el portal se expandía. El fuerte sonido le generaba a Roberto una sensación horripilante. Le erizaba la piel.  
-Algo ocurre con este lugar. A algunos de mis compañeros les ha hecho algo. A Federico de suerte lo salvó el capataz. Ni bien empezó a hablar raro. Lo ató de manos con un cable.
Roberto extrajo una botella de agua de una heladera frigobar y la compartió con la investigadora.
-Ven, acércate a la cúpula. Aquí no hay más que un caracol. Por extraño que parezca es el único que aún habla. Por meses lo ha hecho sin perder el habla. Pidió charlar con vos. En algún momento el portal me tomará y sólo vos podés salvarnos.
¿Pero los caracoles no tienen labios? contestó Nancy segundos antes de apoyar su mano sobre su frente. Mientras Roberto se desvanecía escuchó claramente una voz en su cabeza.
- Manos a la obra.

jueves, 28 de noviembre de 2019

Pantomima
Cuando lo vi en la calle, me reí.  La cara pintada de blanco, desalineado. Aguardando los coches al otro lado del semáforo.
No era la primera vez que veía uno. Recuerdo el día que me llevaron mis padres al circo. Las manos pegajosas por los pochoclos, el algodón de azúcar. El desfile de payasos.
Pero esté, exclusivamente esté, me hacía sentir distinto. Solo quería mofarme de él.
Estaba próximo al cruce de la avenida de tenerlo cara a cara. Se me había ocurrido la idea de esparcir el contenido de la botella que llevaba conmigo sobre su cabeza. Salpicarlo de tal manera que le removiera su maquillaje.
Me miró directo a los ojos. Parecía que el condenado mimo podía leer mi mente. Recordé, lo recordé. En mi infancia, en el circo,  me había clavado la mirada, lo que atrajo a mis peores pesadillas.
Quise pasar de largo, olvidarlo todo. Él pasó su mano delante de mí. A mi espalda, a mis costados. Me rodeó. Me encerró como jaula entre paredes transparentes.
Apenas podía moverme, girarme. Los transeúntes me miraban como una especie de broma. Se reían frente a mi cara de horror. Los segundos parecían horas. era un animal atrapado y a su merced. 
Un Ford gris a toda velocidad sube la vereda y se estrella. El mimo desaparece debajo de las ruedas. Un grito desesperado y sangre en todas partes. ¿Fue Premeditado?, ¿Fue venganza? Dicen las noticias en la tv. No quiero llorar. Enmudecido, tomo de a sorbo la taza de café en la comisaría.


jueves, 21 de noviembre de 2019

La mañana los encontró echados en la arena, extasiados, la incomodidad tardíamente los hizo levantarse, quitarse los granos dorados de la ropa, en sacudidas torpes de manos y cabeceos que les provocaba risa y miradas, momento oportuno sin duda para terminar besándose y, tomados de la mano, observar el cálido paisaje amanecido. 

2-Le dijo a Gabriela que lleve abrigo, el de color bordó con botones grandes, el que tiene unos bolsillos enormes donde siempre perdía alguna moneda, billete o se forman pelusas que el lavarropas no podría remover, teniéndose que limpiar manualmente, cosa que nunca sucedió por falta de ocasión, por lo que siempre quedaba algún papel, algún recuerdo como un boleto viejo con líneas horizontales y varios colores difusos, de cuando guardaba los capicúa para colocarlos luego como señalador de algún libro que compraba en la capital.

 Leyó una, mil veces la misma oración.. Su esperanza se hundia con el movimiento del oleaje.
 Observó la carta una vez más. En la ladera sur decidió, finalmente, abandonar la nota en una botella y arrojarla lejos. El mar subía lleno de espuma. Pronto anochecería. Debía volver a la cabaña. 
Guardó su anotador en la mochila, apagó la fogata y caminó hacia el centro de la isla.
¿Cuántas veces le dije que no saliera sin un abrigo? Creyó oír en el oscuro pasaje de árboles; como si se encontrara en un andén del metro. Extrañaba. Era claro que quería volver a la ciudad. Vivía arrepentido de haber abandonado su vida como mortal. Cada tarde, cada mensaje, era una oportunidad de ser recordado. Solo asi podria volver a su dichosa vida.
Lorena, su diosa, salió a su encuentro. Lo abrazó y le suspiro algunas palabras al oído. Bienvenido a casa.

Borrador
1)  Las personas tienen 3 oportunidades para morir
2) Están dictaminadas y deben ser dolorosas
3) El/la protagonista esta en edad de decidir
4) Radicalmente sobrevive y por ello se vuelve inmortal pero no lo sabe
5) los altos cargos no quiere que sepa


Corrió hacia la habitación destruida. Entre los escombros se encontraba la ultima mascara.

Susana no tuvo una vida fácil. Su madre se dedicaba a eliminar cada cosa que olía a pasado. Sin más, la había echado junto a la primera caja de basura en la vereda. 
La primera noche lloró. Ningún vecino la escuchó. Susana reposaba su cara de modo tal que miraba el cielo nocturno. En algún momento de la segunda noche se quedó sin fuerzas. Quizás fue ahí cuando se acercó una persona y la movió para ver el contenido de las bolsas a su alrededor. El sacudón hizo que Susana abriera de nuevo los ojos. 

viernes, 15 de noviembre de 2019

Television

El dia que los registros civiles cerraron, supe que no habia vuelta atras.  Si queria casarme, debía cruzar la frontera.
Esta vez la televisión no mentía. Nuestra generación se volvió más irresponsable con los compromisos. De momento a otro era claro que las clases sociales se habían dividido.
Te trataban de loco si contabas en una reunión que te habías enamorado. ¿Para que? Te repetían sobre la crisis económica y lo caro que es hoy en día mantener una familia. Tocar tema de viejos, de siglos anteriores, era una pavada.
El jardín de infantes que tantas risas y enseñanzas me ha dejado, cerró. No pasaron dias que lo derrumbaron para hacer un edificio destinado a monoambientes. Las escuelas primarias que quedaban de pie se encontraba en los barrios ricos. Personas con dinero que podrían pagar los colegios privatizados.
Adrian,Mi gran amor, lo conocí en el secundario. Todavía mi generación no portaba un nombre. Pero se veía la inclinación. La lista de alumnos aprobados era pobre. Nadie tenía sueños a futuro. Menos de trabajar.
Hubo protestas. Toque de queda. Costo que los ciudadanos aceptaran primero retrasar la jubilación. Más aún cuando la eliminaron. Los subsidios no daban a basto. Los locales cerraban por falta de vendedores cuando el dueño fallecia. Intentaron muchos programas distintos, sorteos, publicidades para atraer a los jóvenes en los puestos de trabajos que cada vez aumentaban.
Como ayudante en el negocio de mi padre me criticaban mucho. Era objeto de burla. Pero mis padres sabía que era diferente.
Una noche nos encontraron besandonos. Creí que estarían enojados, que me echarian de casa. Por el contrario, lloraron de felicidad. Mi mamá me abrazó después de contarle mi sueño. Su pequeña Silvia se quería casar. Pasamos la noche ideando el plan que duró arduos meses.
Lo primero fue aprender a conducir. Tanto Adrian como yo tomamos clases de manejo. Luego, encontrar un registro civil que aún esté activo. Cruzar la Guardia Fronteriza... Practicamos varias opciones de excusas para justificar nuestras acciones.
Todo fue en vano. La autopista tenia un minimo de autos, solo viejos conducían a sus respectivos trabajos. No habia ningun policia, ni patrullero, ni barricada. No entendíamos que pasaba. Si habíamos visto las redes sociales y solo unos pocos grafitis se conservaban.
El registro civil se encontraba dentro de una casa enrejada. Las ventanas estaban tapadas con madera y ni un solo sonido salia de ahi. Nerviosos, tomados de la mano, tocamos la puerta. Se escucho el ruido que indicaba que debíamos abrirla de un empujón.
Solo para encontrar una habitación llena de infografías. Algunos sobre el daño a la capa de ozono, otros de la sobrepoblación. Temblé al intentar entender lo que sucedía. Nosotros no habiamos tenido la culpa del nuevo sistema, habíamos sido engañados. Todos nosotros nos enfrentabamos a una situación más peligrosa. A un genio malvado que creyo que seria un buen plan sacudirnos a toda la generación echándonos la culpa y acrecentando un sistema de abandono a las relaciones, al trabajo y las responsabilidades.
Grito. Escuchó un disparo que da justo en la sien de Adrian. Lloro y grito que no me maten. Escucho el segundo disparo más cerca.

jueves, 14 de noviembre de 2019

avion

Y el día finalmente llegó, tras haber pasado la madrugada obsesionada con tantas carpetas, donde se descubre un singular papel celeste, el de sus próximas vacaciones, entre hojas de trabajo tedioso, Sofia tomaba feliz el colectivo al aeropuerto.
Cada tanto miraba su reloj, o perfilaba sus dedos por el abalorio de su llavero. Un rubi brillaba en la espalda de un cocodrilo. Regalo de su novio. Recordó sin querer esa noche, la cena en el restaurant y mas que nada él había confundido sus flores favoritas, botones de oro, con dientes de león.
El inutil mozo, viejo y calvo, no aportó nada a esa velada. Claro, en ese momento Sofía no comprendía la situación. Ni la reacción extraña del calvo, ni la de su novio, Roberto. La repentina necesidad de salir de ahí, con falsas excusas. La llegada tarde de los platos y la ocurrencia del mozo de pasar a cada minuto frente a la mesa.
Roberto me dirigió una mirada larga y reticente. No era la hora normal que llegara a casa, ni de él ni mía. El calvo se cubrió en sabanas. Junto su ropa. Corrió al baño.
Me mirabas. El rostro níveo, sin expresión. Quería. No, no lloraría. Pensé rápido.
- Llegaste, viste mis carpetas, mi pasaje en avión y.. ¿Lo hiciste a propósito? -Dramaticé.
Sofía tomó su escondida maleta del fondo del armario, las asignaturas de la mesa y salió. 
La perra en el patio, la que detuvo el encuentro entre Roberto y el calvo, como alarma y presencia de su dueña, festejó su encuentro. Sofía no le quedaba nada más que hacer ahí. La ató, la besó, la dejó.

jueves, 7 de noviembre de 2019

regalo

Como periodista siempre fui ecuánime, hasta que me encontré en un terreno fuliginoso. Veras juez, estaba siguiendo a este millonario extrañamente dadivo cuando lo vi todo.
 Apenas había salido el ocaso, John Miles llevaba unas tijeras en mano. Mango de plata martillado envuelto en un paño de runas. Se dirigía en coche a un sitio de ayuda a menesterosos.
Se podía sentir el olor a flemas al entrar a ese lugar. Eran todos sobrevivientes del Huracán que destruyó Haití. Caminé sigiloso detrás de él hasta el fondo. Se detuvo frente una caja donde se escuchaba un niño llorar.
Lei extrañado la caja. Decía Adán y portaba varias figuras misteriosas. Habló. No pude entender palabra alguna. Se inclinó genuflexo y levanto los brazos mostrando el arma blanca frente a todos. No pude evitarlo, creí que mataría al menor. Me abalancé sobre él.
No, señor juez. Yo no lo maté. No tengo idea como llego mi nombre a su testamento. Le juro que jamás crucé palabra con él, solo hacía mi trabajo.


La última persona en el mundo se estaba comprando una cocina.
Miraba los precio con los anteojos de ver de cerca, mientras pensaba en sus ahorros. De vez en cuando buscaba en su cartera los otros, los de ver de lejos y decidía paseando por el stand.
Tengo la fortuna de que ningún vendedor me insiste, pensó. Se tomó su tiempo, inclinada y agarrada a la vez de la pared, para probar el sistema de bandejas internas del aparato. Debía calcular la cantidad de hornallas que usaba en el día a día. En si le quedó arroz en la casa. Que si venía alguna visita. 
Luego de unos minutos de entretención mental, se olvidaba de tanto pensar y volvía a la primera o última estantería de las heladeras o de los lavarropas, o de comida.


martes, 5 de noviembre de 2019

Lo soñé como cada 5 de noviembre. Era un hombre etéreo, hermoso. 
Me saludo como cada año. Siempre me espera con una sonrisa. Sabe que me enamora así. Me lleva a cenar. Una velada romántica como ninguna. Aguarda como cazador. Espera que me duerma, bochornosa del paseo. Me muerde. Me remueve la carne, recuerdos, amor entre sus dientes. Siento que se despide y amanezco en el olvido.
Es un hombre etéreo, hermoso. 
Cada año, como aniversario me come una costilla. 
Aparece en la noche, en sueños profundos.
 Celebra nuestra reunión y me lleva a pasear. 
Busca enamorarme. 
Me encierra en sus ojos, me contamina. 
Mientras caigo ante su veneno me mira, hambriento. 
No queda escapatoria. 
Al año vuelve.
 Soy su juego. 

domingo, 3 de noviembre de 2019

No sabes lo feliz que estaba María Eugenia! Se le acaba de morir el hijo, el de 12 años, dice que una enfermedad congenica. Que maravilla y que envidia! Quiere que la acompañes a comprar un vestido de fiesta, por eso vino. De seguro la hija tendrá muchos pretendientes, y si, una enfermedad de esas es una maravilla!.
No entiendo porque nosotros duramos tanto, quiero ser rica, feliz, y está familia tiene buena salud. Me tendría que haber casado con un familiar y tener alguna chance. No sé, Lupe, no puedo seguir así.
Si me hice estudios que dieron mal, si como terrible y nada, ninguna suerte. Y ella tiene el hijo que se muere así, ahora será más que yo. 
Deberíamos invitarla a cenar, hacer amigas más cercanas, quizás te contagia algo. Pensalo Lupe.

jueves, 31 de octubre de 2019

Ambición


Despertó bañado en sudor, otra vez envuelto en sueños idílicos, había olvidado encender el ventilador de techo.
Desayunó una rebanada de pan con dulce de leche traído de La Pampa, un viaje que realizó 5 años atrás, cuando creyó que su sitio era el campo. Homero fue en su juventud, entre tantas cosas, un cazador de serpientes.  Coleccionaba varios cascabeles en distintas vitrinasTambién fue filántropo; juntaba monedas de cobre, todas del año 1788, de distintos lugares del mundo.
Observó a su derecha la pintura del Vaticano. Otro viaje que había realizado hace unos años. Cuando creyó haber recibido la llamada de Dios.
-Me parece que podrías esforzarte un poco más- Se decía a sí mismo, sin acritud.
 Esperanzado de encontrar un lugar donde pertenecer, no notó cómo se transformaba en un esperpento. Planeando su próximo proyecto, no notó los escalofríos, ni el subir de la fiebre en el periodo álgido que lo esperaba tras comer productos vencidos. Nunca supo en qué momento se le escapó la vida.

viernes, 25 de octubre de 2019

Me despierta un terrible ardor. Una quemazon en mi muñeca. A mi lado yace un desconocido boca arriba.
Mi mano está vendada, me duele la cabeza. Me abrazó las rodillas y lloro. Me balanceo. La alarma es lo ultimo que recuerdo. Ahora, en una habitación similar a la de un hotel. Miro al frente. La luz tenue, rojiza no me deja ver lo suficiente. Mis manos chocan con una superficie plástica,  transparente. (Ubicación)
Grito. No me escucha. Se ríe.
Pero noto al hombre trajeado sentado con un vaso de whisky en la mano. Me mira y se relame.
Camino hacia el. Necesito respuestas. 
Mi escándalo despierta al desconocido de la cama que se levanta frenético. Se agarra la cabeza y  lo reconozco que es Pablo, el repositor del supermercado que.. Una voz mecanizada irrumpe: -Todo lo que ven es suyo. Son libres de usarlo siempre y cuando la persona reflejada haga exactamente lo mismo. No podrán comer, beber o dormir sin que la persona que verán al otro lado lo haga. A tal efecto en su muñeca poseen alertas que van desde sonidos hasta choques eléctricos. Renunciar no es una opción. Verán que pronto se acostumbran.
-Que!? Cómo!?
Un pitido atraviesa mi piel. Debo acostarme en la cama. Con el último aliento extiendo los brazos y todo se calma.
Pablo, se acerca a mi. Me empuja sin fuerza y caigo desincronizada. La electricidad me paraliza y pierdo la conciencia.
Me levanto. Ella había esperado mi reacción sin moverse. El hombre trajeado no estaba en la habitación.
Nos miramos, nos acercamos a la pared. Reconocí la habitación idéntica en su mayor parte. Me sentía en una casa de muñecas dividida a la mitad.
La apariencia no era exacta, pero éramos demasiado similares, como dibujados por la misma tinta. La mujer apenas parecía mayor que yo, llevaba ropa más fina que la mía. El hombre con corbata parecía de un alto cargo ejecutivo empresarial. Su cabello apenas dejaba entrever las canas. Podríamos haber sido un espejo, claramente. Ahora estábamos condenados a serlo. Mi mente no dejaba de divagar, este hombre debió pagar todo. Pero, ¿por qué?
Quise saber su nombre, su origen. No había forma. 
Pablo vuelve desnudo. Tiemblo. Me dice que me devestirá y tendremos que bañarnos juntos. 
Entiendo que intenta anticipar los movimientos del hombre de traje. 
Me toca los pechos, me los cubro. Ella corre al baño y enciende la ducha. 
Cenamos. Tomaba atenta el vaso en medida que Ana lo hacía. Nuestros cubiertos eran de plástico. 
Ella, a quien llamé Ana, porque me recordaba levemente a mi hermana, comprendía el funcionamiento de este sistema, por lo que intentaba accionar lentamente y hacerme distintas señas para que pudiera seguirla.
Pablo estaba más irritable, el hombre de traje al que debía seguir nada le importaba. Hacia todo rápidamente solo para ver cómo el sistema de alarma transmitía distintos niveles de dolor. De momento a otro la empuja de la silla, se satisface escuchandome gritar de dolor. Luego tira el vaso y lo lamo del piso. Pablo apoya su pie levemente en mi cabeza, intenta no lastimarme. Quisiera que el hombre de traje fuera así con Ana. Luego fue el inodoro. 
Tenía que desvestirme seductoramente frente a él. Si no era dormir en la ducha o bañarme con agua helada. Empujarla para que la alarma suene en mi piel.
Verlo masturbarse. Ensuciarme la cara. Aguantar el llanto hasta que se durmiera y huir al baño.
Voyeurismo. A la tercera noche él la violó. Sentía sobre mí sus ojos. Quería llorar, quería huir, y no era posible. Tenía que esperar a que todo terminara. 
Todos los días serían iguales. Ana lloraba en la ducha y yo, no podía dejar de pensar en mi familia. Pablo estaba cansado de repetir el día a día. No me dirigía palabra alguna para evitar posible castigo.


jueves, 24 de octubre de 2019

La navidad se ve distinta desde el puente. La luna llena es mi trofeo. La enfermedad pudo conmigo. Estoy pelado, mezquino como un gato, alejado de todo y todos.
Escribiendo mi última dedicatoria en este libro de recuerdos. Llegando a la hoja final. Firmó con una iguana y pido al cielo otra vida. Otra oportunidad.
Un auto se detiene. Un grito desesperado. Un tibio abrazo. El viento esparce las palabras olvidadas en el inmenso mar.


Nath, afable y calamitosa, en su vehiculo que ha trancendido kilometros de viento e impronta, cansada de su arduo día laboral contemplando discusiones sin justificación, insulto al peatón desconocido que atravesó, como dueño de ka calle, ensimismado en su celular, la peligrosa avenida.

jueves, 17 de octubre de 2019

perritos


Esa mañana fui castigado. Había roto con mi pelota la maceta del cactus que mamá adoraba. La única con forma de estatua antigua y por eso me prohibió los dibujitos. Ahí desperté.
Las noticias no paraban de hablar sobre el aniversario del “crac del 29”. Yo viví esa época, fue lo primero que pensé mientras tomaba la leche.
Recuerdo brevemente la cueva del archipiélago, la que tenía una imagen de un colibrí grabado en la roca. En ese entonces no tenía mejillas ruborizadas ni dientes de leche. Había pedido dinero prestado y lo había gastado en la bolsa de valores. Llevándome a obtener deudas impagables.
Debía desaparecer. Fingir mi muerte. Lo primero fue robar un cadáver del cementerio, luego llenarlo de cal para desfigurarlo más y finalmente plantar pistas de un posible asesinato (siendo que tenía tanta gente buscándome por el dinero perdido, no fue nada difícil).
Vagando en el tren a un nuevo destino lo escuché. Era un loco que decía que él no era él. Intenté comprender su inconexo relato y creí que era un viajero en el tiempo. Debía comprobarlo con mis propios ojos. No fue difícil llegar a las islas ni encontrar la ubicación.
Ya fue mucho castigo por hoy. -dice mi mamá. Mientras cambia de canal.
Quiero recordarlo todo pero hay perritos. Muchos. De colores. Quedó dormido acurrucado en el sofá.

jueves, 10 de octubre de 2019

Viaje
La abuela se fue a Islandia - Dijo el Dinosaurio de juguete.
Si, por eso la carta de despedida - acoto la dentadura postiza dentro del vaso lleno de agua.
Lucia los escuchaba mientras encendía el mechero de juguete, ya lista la mesita de té. Las tazas de cerámica con flores eran su juguete favorito, esas que la abuela Tita le había regalado en el último cumpleaños.
- No, no es así. Gruño mientras jugaba que era una detective. Yo escuche cuando mamá dijo que le dio un paroxismo.
- ¿Y qué es eso? pregunto el dinosaurio.
- ¿Algo que se come? Si yo me quede acá... -Dijo la dentadura postiza. - Estuve todo el tiempo en la mesa de luz.
- Por eso, ¿Como se iría a vivir a otra parte sin dientes para comer? Cuestiono, mientras tomaba un lápiz azul y dibujaba un corazón en la mesa.
De repente pidió silencio al escuchar ruidos en la sala.
Despacito Lucia abrió la puerta. Saltó a las piernas de la madre que sollozaba sosteniendo una foto donde sonreía junto a su madre.
- Yo nunca me iré ni a Islandia ni a Paroxismo. No llore má.
Dejo la fotografía, se secó las lágrimas.
- ¿Y si hacemos unas galletitas?

Serenidad
Me esperaba en la puerta trasera del hotel. Nos escaparíamos de la ciudad en cuanto se apagarán las luces y cayera el toque de queda. 
No en vano junte aerosoles antes que los explotaran en la gran quema. Mas que necesario era grafitear la ciudad. Expresar lo que está mal y se nos oculta. Pero nunca pensé en tener compañía. Ni enamorarme. Esos ojos azules y esos labios que pedían la libertad a gritos. Hace tiempo que nos conocíamos en un grupo opositor al sistema y no habíamos cruzado palabra alguna.
Esa noche conversamos, sonreímos, nos tomamos las manos. Era cuestión de tiempo para el desengaño compartido. Después de todo, ambos éramos demonios intentando terminar con la tranquilidad de Dios en su tierra.

jueves, 3 de octubre de 2019

Baje las escaleras mecánicas y tome el subte. El ruido de la locomotora de vapor siempre me adormece.Siento un leve nuevo movimiento y abro los ojos. Otra vez las escaleras, aun no llegue al anden ni tome el transporte. Intento observar la salida pero esta oscura. Comienzo a olvidar como debería lucir el subterráneo. Mi institutriz me despierta, leo el año en el diario que lee y recuerdo que debo esperar unos años más para depositar los objetos en los sueños de sus posibles creadores.

Manzanas
Nadie comprendería porque me casé con Martín. Creen que lloro luego de 50 años de casados. Solo sé que ya no tengo motivo para seguir comprando manzanas. Miro al cielo. Después de tanta tormenta, el día esta soleado y sin nubes. Recordándome que termino el frío invierno.
No fui chica de altas calificaciones, pero me gustaba los concursos y el dinero que podría ganar en esa ocasión era necesario en mi hogar. Me prepare, representaría a mi secundaria. Me había dedicado a  estudiar sin descanso.
La primera consigna fue describir "El ocaso".
- Crepúsculo vespertino, declive, el descenso, el retroceso o el final de algo, momento en el que el sol atraviesa la línea del horizonte y desaparece de nuestra vista. Dije sin parpadear.
 Me aplaudieron. Se maravillaron de la rapidez de mis palabras. El conductor se sorprendió, la cámara me amaba.
-La segunda palabra es "Trinchera"-Anunció.
 -Surco que los soldados realizan en la tierra con el objetivo de protegerse de los ataques enemigos, de modo simbólico es el nombre que recibe a un espacio de confrontación o de lucha.
Pasaron los otros concursantes, perdían sin mas. De repente, quede sola y el conductor vociferó:
-La ultima "Desierto".
-Lugar despoblado e inhabitado, arenoso o pedregoso que carece de vegetación. Todas las luces de colores se encendieron, comenzaron a caer globos. La hinchada gritaba enloquecida, había ganado.
Era feliz. Era implacable.
El conductor pidió silencio, los aplausos cesaron. "Todo o nada" se dibujo en la pantalla y acepte.
-La palabra es "Viento".
 Comencé a temblar. Me tapaba los ojos, no se me ocurría nada. Me había quedado sin palabras. Perdí.
Lloré sin parar abrazando mi almohada. Volver al colegio después de eso fue una tortura mas grande que la que imagine. Mas que nada mi compañero Martín se dedicaba a perseguirme. Rompía mis cosas, o las lanzaba a la basura. Convencía al resto de que me tiraran agua, me escupieran chicles. Mis padres no supieron hacer otra cosa que cambiar de ciudad y alejarme.
Años después, Martín y yo nos vimos de nuevo. Estaba sola en la fila del cine al igual que él. Lo reconocí fácilmente, a pesar de la barba y la gordura, y comenzamos a charlar de la vida. De pronto eramos novios y a los meses nos casamos. Nunca fui capaz de lastimar una mosca, pero sabia que el cianuro es fatal si esperaba lo suficiente.
Mientras entierran a mi marido pienso en el viento. Sonrió. Podría haber contestado algo poético como "La primavera tardía nos contagio su aliento de flores".

lunes, 30 de septiembre de 2019

bola de espejos

Anestesiados, llegamos al sitio esa madrugada. Se había inaugurado una nueva edificación en forma de cúpula. Similar a una bola disco, con espejos en el exterior que hacían imposible observar lo que ocurría internamente. Éramos los elegidos para vivir ahí.
Ambos, por esas casualidades de la vida, estábamos de compra en el mismo supermercado cuando sonó la alarma y una bomba de gas nos durmió.  Nos examinaron minuciosamente antes de implantarnos un reloj digital intramuscular. Esa tecnología que permite tener acceso a distintas aplicaciones solo girando la muñeca.
Despertamos dentro de la magnífica casa. Sobre una cama matrimonial, en una perfumada habitación llena de armarios con ropa meramente elegante. Un baño enorme con jacuzzi en la primera puerta, la segunda daba al salón principal. Quería seguir viendo y llegar a la cocina, pero la luz era tenue y no lo permitía. Todas las paredes eran de un plástico transparente, como si fuera una casa de muñecas abierta a la mitad. No se veía persona alguna en ese mundo reflejado, claramente inverso.
Estábamos solos, cuando conocí su nombre, Pablo, pero no pudimos conversar más. De los altos parlantes del minicomponente se escuchó una voz mecanizada.
-Todo lo que ven es suyo. Son libres de usarlo siempre y cuando la persona reflejada haga exactamente lo mismo. No podrán comer, beber o dormir sin que la persona que verán al otro lado lo haga. A tal efecto en su muñeca poseen alertas que van desde sonidos hasta choques eléctricos. Renunciar no es una opción. Verán que pronto se acostumbran.
Se prendieron todas las luces a la vez. Nos miramos, teníamos miedo.
-Quizás no sea tan malo. Observó Pablo. - Estar en este lujo... quizás sea simple. Solo tenemos que cumplir en el día con las tareas y a la noche podremos beber y actuar normalmente mientras duerman los otros.
No tenía palabras que decir, era un completo desconocido con quien tendría que convivir. A lo alto se escucha un helicóptero y pronto una pareja bajaría hasta el salón principal y nos veríamos cara a cara.
La apariencia no era exacta, pero éramos demasiado similares, como dibujados por la misma tinta. La mujer apenas parecía mayor que yo, llevaba ropa más fina que la mía. Mi atención fue a su muñeca que no llevaba el reloj impuesto. El hombre con corbata parecía de un alto cargo ejecutivo empresarial. Su cabello apenas dejaba entrever las canas. Podríamos haber sido un espejo, claramente. Ahora estábamos condenados a serlo. Mi mente no dejaba de divagar, este hombre debió pagar todo. Pero, ¿por qué?
El primer pitido se hizo sentir en la piel, debíamos ajustarnos a la otra persona simétricamente. Ella, a quien llamé Ana, porque me recordaba levemente a mi hermana, comprendía el funcionamiento de este sistema, por lo que intentaba accionar lentamente y hacerme distintas señas para que pudiera seguirla. Tomar la esponja, frotarse los cabellos, debía hacerlo. Aprender o recibir castigo.
Cenamos. Tomaba atenta el vaso en medida que Ana lo hacía. Nuestros cubiertos eran de plastico. No había ningún objeto punzante en la casa. Las esperanzas de remover el reloj se apagaban. Pablo cada dia estaba más irritable, el hombre al que debía seguir nada le importaba. Hacia todo rápidamente solo para ver cómo el sistema de alarma transmitía distintos niveles de dolor. Fue la primera vez que empujo a Ana, para satisfacerse escuchandome gritar de dolor.
Voyeurismo. A la quinta noche el hombre la violó. Sentía sobre mí los ojos de él. Quería llorar, quería huir, y no era posible. Tenía que esperar a que todo terminara.
Todos los días serían iguales. Ana lloraba en la ducha y yo, no podía dejar de pensar en mi familia. Pablo estaba cansado de repetir el día a día. No me dirigía palabra alguna para evitar posible castigo. "Debemos buscar la salida" escribió en el espejo Ana revisándose las magulladuras. Entendí que subiríamos al ultimo piso donde esta la puerta por la que ingresamos y nuestra única escapatoria.
Pablo se fue obligado a dormir la siesta. Por mas que quisiera no podría liberarlo. Me escabullí con Ana lentamente por los pisos superiores a la entrada del domo.
 Nos vimos el rostro al abrir la ventana sacudiendo la cabellera al viento de la tarde. Angustiada, sus lágrimas afloraron. Mientras la alarma sonaba, no pude conocer el sonido de su voz. Se lanzó sin más a la muerte.
 Me detuvieron con un choque eléctrico mientras veía esparcirse la sangre de la cabeza de Ana.  Mi shock era tan grande que no podía comprender lo que sucedía y me desvanecí.
Desperté vestida de finas ropas. A mi lado el hombre se servía un whisky. Frente a mí una pareja asustada nos miraba. Mi reloj ya no estaba, Pablo... No sé, no sé qué hicieron con él. Los diamantes en mi collar me encandilaban la razón. Sé que la culpa borrará mi sonrisa tarde o temprano.

jueves, 26 de septiembre de 2019


Estaba solo, rodeado de una pradera inusual. Pienso en los cigarrillos que fumaria y tomo un diente de león. imagino un fósforo. Se enciende una lumbre sobre la flor. No, no se prende fuego. Mas bien se acomoda como una llama voladora a la cual admiro. La que me hace recordar a un semáforo encendido en rojo y debajo la flor amarilla, el tallo verde. Cuando había tomado finalmente la hoja de clavel, tendría que haber pensado en acabar con el hambre del mundo. Por eso ese dios me odia tanto y me dejo encerrado en este universo eterno.

Mitos


 Mitos

¡Alguien que me ayude a encontrar al crio... la reputa madre! - Gritó el hombre sobre el tejado, perplejo por la luna llena. Quizás ya era demasiado tarde. Sabía que algo grave le sucedería si no aparecía antes del amanecer.
- Has logrado que llegue hasta mi tu suplica - Dijo el rey de las aves al detener su vuelo como el más ávido colibrí, a pesar del tamaño comparable con un león. ¿Sabe cómo se llama los hombres como usted con mala vestimenta, malos modales y lenguaje vulgar?
- Que carajos...? Dijo el hombre asustado se acomodó el sucio cabello y tanteo el seguro de la pistola de su cintura.
- Arrabalero, y ya respondió mal el primer acertijo- Pronuncio estático en el aire, - Dos más y si responde mal no lo ayudaré... Dígame, caballero, el nombre de una herramienta de metal, utensilio de mesa que posee mango.
- Voy a re contra cagar a trompadas al facho que me vendió el paco. Escupió. 
- Un tenedor, señor. Se ve que nunca tuvo uno en su hogar. Bien la última es más sencilla, solo adivine la palabra. Es una flor, un color y un nombre...-Le daré tiempo. 
El hombre adormecido por los estupefacientes no dijo palabra alguna. Al rey de las aves solo le quedaba observar al niño, que dormido en la copa del árbol estaba. Y que, junto a él, la bruja aguardaba la señal antes de devorarlo.

jueves, 12 de septiembre de 2019

mundos


Ese día lo comprendí todo. Estaba en un aparador observando los libros nuevos. Buscando uno para mí cuando cae en la cuenta. Pero ya era tarde. Alguien más lo vio y desapareció ante mis ojos. Necesito escapar de este mundo.
Recordé la manera nefasta que llegue acá. El olor a pan recién horneado. A sopa recién hecha. A sabores nuevos en mi panza apretada del frío y hambre. Había olvidado que siempre estuve sola. Desde mi sucia y descompuesta infancia. Me escabullí y tome el libro impaciente. Entré a esta ciudad.
Ante mis ojos se abría un cielo azul y mesas, muchas. De todo tipo llenas de comida. Chicos y adultos regordetes se extasiaban con sus manos llenas de dulces alimentos. Nadie me observaba, nadie me dijo nada cuando tome el primer bocado. Así le sucedieron platos llenos y felicidad.
Me detuve en un aparador luego de caminar tanto. Ansiaba conocer la ciudad, entenderla. Fue cuando mis ojos se posaron en un cartel muy particular "Romance en oferta"junto a otros del mismo estilo. Todos los locales se parecian. Mientras habia cajas llenas de ropa esperando ser levantada por el camion de basura (y lo sé porque saque suficiente ropa para mi mientras nadie parecia estar observandome). Creia que simplemente las personas acá eran timidas, pero a medida que avanzaba en el paraje de compras vi como los distintos vinculos estaban a la venta. 

Me acerque a una vendedora, no podia quedarme con la idea solamente, debia comprobarlo.
¿Que se le ofrece? me miro a los ojos, la primera voz que escucho desde que llegue acá. Le explico animadamente que soy nueva en la zona, que entré por el olor a comida, pronto anocheceria y no sabia donde podria quedarme ni la moneda local. La mujer esbelta y sonriente me escucho atentamente, y me mostró los productos a la venta como si no me escuchara. Me ofrecio un chip que decia compradora, para prueba gratis. Lo coloco una cadena de plata y luego en mi el cuello.
¿Digame querida, que le parece? Ahi volvi a entonar mi conversacion para el lado de mis dudas. Finalmente me respondio, la moneda de pago para formar un vinculo aca, es en trueque a alguno que tuve en mi vida. Conversar es formar vinculos, me detallo que depende lo que busque puede cambiar un poco el valor. 

coincidencias

Coincidencias
Ahí estoy yo, con 8 años en el recreo, pensando en la maestra que tanto me gusta. Y aquí estoy yo, con 38 años, tocando la puerta del aula, esperando que me comprenda que me teletransporté en el tiempo, que soy ese niñito que ve ahí.
Me encontraba llorando como un nene, aterrado, observando el rio desde el puente a punto de tirarme. Esa mañana caminaba sin rumbo. Había engañado a mi mujer y me había quedado sin hogar. Miraba el horizonte lejano y precipitándome al abismo cuando apareció un hombre con turbante. Comenzó a dialogar haciéndome creer que tenía una solución mi problema. El violáceo y viscoso portal parecía salir de una ficción, pensar que mi mujer era mi primer amor, también.
No sé cómo entablar conversación con mi maestra, mi ex maestra. Tan dulce y amable como era conmigo. Su guardapolvo blanco en su delgada y esbelta figura. Me ve llegar desde el salón de profesores, pero sé que aguarda el timbre por formalismo.
Pronto terminara el recreo, tengo una carta de amor escrita en el pantalón. Llena de abrillantados corazones. Juego a las bolitas y la veo. Ojalá mi mamá me hubiera peinado, tengo mucha vergüenza. Pero tengo decidido hacerlo, por eso no dormí. Por eso robé las revistas que hablaban sobre romance y cosas que no entendí. Veo a ese hombre. Se parece algo a mi. Nunca conocí a mi papá, da igual. Pero ¿Podría ser el novio? Mi estomago se siente raro y aprieto el sobre entre mis manos. Quiero llorar.
Observo al chico que fui, desalineado, solitario. Pronto entrara la maestra y pienso tanto. Puedo decir que soy el padre del niño. Total, jamás fue a una reunión de padres. Fue cerca de esta edad la última vez que lo vi. Siento un dolor que recorre mi cuerpo, algo anda mal. Una electricidad y una necesidad de gritar me paraliza, mi respiración se acorta. Mi yo infantil hace añicos mensaje y comprendo todo...
Nunca supere la muerte de mi supuesto y mujeriego padre. Estaba en el recreo, yo cursaba la primaria. Me prendo un pucho, hoy cumplo 18 años y veo el rio desde el puente. Pronto me tiraré, pienso. Un hombre con turbante me mira acercándose a hablar como conociéndome. Pero ya es tarde.

jueves, 5 de septiembre de 2019

primicia
Novedad. Una ola de publicidades. Lo pensaron bien. Primero removieron el correo spam del email. El sistema separatista desapareció. Todo entra a la bandeja de entrada y se volvió un caos.
Vi cuando lo mataron. Esos correos invasivos de famosos favoritos comprando que se yo que cosa. Estaba revisando mis redes sociales cuando surgió el vídeo que debía ser una propaganda. Un rockero de moda compraba una bebida energética en un falso mercado, sonríe a la cámara. Dos hombres aparecen, uno le apunta con un arma y el otro le clava un cuchillo en el cuello...
Apagón. Incluso mi celular y mi notebook se torna negro. Un segundo después todo volvió a la normalidad menos yo. Mis correos no abrían. Ni siquiera podía hacerme una cuenta nueva. Todo estaba confuso. Salí a la calle, buscaba algún bar con computadoras a seguir intentando ingresar. Perdido, me dormí bajo un cartel iluminado. Nadie en los televisores y radios hablaban de lo sucedido. DE LO QUE VI.
Días pasé entrando en sitios, mirando todos los medios de difusión existente. Los perseguía. Al paso del tiempo ya no me importaba quien se murió, solo quería volver a mi vida. Así ocurrió, una mañana que me echó la policía y volví a mi departamento vi como todo retomaba. Esas bellas publicidades, mi tarjeta de crédito llena de un cobro que no recordaba y una oferta. Un arma en oferta. Un cuchillo, una campera, una máscara y una estadía. Un viaje de ida a un psiquiátrico.

clepsidra
El día que los relojes pararon todos estábamos contentos. Todos menos Noé. Ese joven que ingreso en la última lista de vendedores a la empresa de telecomunicaciones donde trabajo. Tuve que insistirle varios días para que se una a la secta satánica. Entre varios le ofrecimos dinero para la capa roja, el cuchillo de runas... el miraba para otro lado, así, raro. Distinto.
A la inauguración de la primera iglesia no entró. Lo vi, mirándonos desde la puerta, con esos ojos azules parecía sentenciarnos. Incluso tuvo la osadía de querer detener el primer sacrificio humano que congraciamos. no había forma de razonar con él.
El día que los relojes se detuvieron, le sonreí. Me acerque para felicitarlo, festejar. Toscamente se arrodilló, algo le pasaba. Su espalda se cubrió de un brillo enceguecedor. Unas flameantes alas blancas surgieron y un nimbo ocupo su cabeza. Me miró, estaba llorando. Al instante ascendió a los cielos para perderse entre las nubes.

Oso hormiguero
Largas uñas defensivas. Un pelaje distintivo entre gris y negro. Una trompa sin dientes. Solo una pegajosa lengua lista para comer hormigas y termitas. Un excelente olfato, no tan buena vista. Casi no molesta, ya que duerme quince horas diarias. Como mamífero es único, de la más baja temperatura garantizada, sus 32º de calidez innata. Al limite de la extinción, fueron cazados, comidos Mascota es, cuando lo encuentran huérfano, a la deriva... Hoy en día se usan sus partes para medicina y como correa para caballos.

primicia

Novedad. Una ola de publicidades. Lo pensaron bien. Primero removieron el correo spam del email. El sistema separatista desapareció. Todo entra a la bandeja de entrada y se volvió un caos.
Vi cuando lo mataron. Esos correos invasivos de famosos favoritos comprando que se yo que cosa. Estaba revisando mis redes sociales cuando surgió el vídeo que debía ser una propaganda. Un rockero de moda compraba una bebida energética en un falso mercado, sonríe a la cámara. Dos hombres aparecen, uno le apunta con un arma y el otro le clava un cuchillo en el cuello...
Apagón. Incluso mi celular y mi notebook se torna negro. Un segundo después todo volvió a la normalidad menos yo. Mis correos no abrían. Ni siquiera podía hacerme una cuenta nueva. Todo estaba confuso. Salí a la calle, buscaba algún bar con computadoras a seguir intentando ingresar. Perdido, me dormí bajo un cartel iluminado. Nadie en los televisores y radios hablaban de lo sucedido. DE LO QUE VI.
Días pasé entrando en sitios, mirando todos los medios de difusión existente. Los perseguía. Al paso del tiempo ya no me importaba quien se murió, solo quería volver a mi vida. Así ocurrió, una mañana que me echó la policía y volví a mi departamento vi como todo retomaba. Esas bellas publicidades, mi tarjeta de crédito llena de un cobro que no recordaba y una oferta. Un arma en oferta, un cuchillo, una campera, una mascara y una estadía, un viaje de ida, a un psiquiátrico.

viernes, 2 de agosto de 2019

Comedia


Odio los viernes. Son los días más agotadores de trabajo. Llego a casa y solo pienso en meterme al hidromasaje. La mayoría de la gente aborrece los lunes. Al igual que mis compañeras que no pierden el tiempo para salir de la oficina al terminar el turno. Prefiero quedarme con mis películas y mi hidro. Hoy mi compañera me devolvió una de mis favoritas de terror. Una sin rotulo de origen japonés. Introduzco el cd en la compacta bluray para darle play más tarde y entro al baño desnuda con toalla en mano.
 Me pongo los tapones, bajo a la bañera y aprieto el botón una vez que se llenó por completo de agua. El paraíso esperado. Cierro los ojos, no quiero pensar en nada. Me zambullo en felicidad.
A los pocos minutos el motor se detiene. Pienso que otra vez se averió y abro los ojos para encontrarme en plena oscuridad. Se cortó la luz. Estoy segura de eso. Justo ahora. Me enervo sola pensando que nada podía ser peor para un viernes.
Percibo un sonido desde el salón. El ruido de una puerta que se abre bruscamente. Me quito los tapones para escuchar con más claridad. Alguien entró. Escucho varios murmuros y yo aquí, desnuda. No sé qué hacer. Si salgo podría costarme la vida.
El agua comienza a enfriarse, mi piel se arruga. Me tapo con la toalla y me aproximo a la puerta en puntas de pie. Quizás la oscuridad me haga pasar desapercibida. Piensa que no hay nadie... Tendría que haber traído mi celular.
Otra vez el ruido de la puerta. Escucho algo más. Unas risas. ¿Cuánta gente podría haber entrado? ¿Qué hacen? Es como si se tomaran su tiempo dialogando en pleno robo. ¿Me estarán esperando? 
Quiero llorar y a la vez intento ser valiente. Abro un poco la puerta para espiar afuera. Solo un poco. La luz del pasillo me encandila y cierro abruptamente, haciendo ruido con la cerradura. Seguro me escucharon. Tendré que salir. Tomo la sopapa como única arma que encuentro y me deslizo al living. Hacia las voces. Todas las luces estaban encendidas. Recordé que la lámpara del baño estaba funcionando mal la última semana. El corte de luz termino la vida del foco.
Me mantengo contra la pared. Las voces provenían de la tv apagada. No. La luz del bluray estaba encendida. Tomo el control remoto y prendo la televisión para encontrarme una sitcom emitiendo un episodio directo del cd que me devolvieron. No era la película que presté y no volveré a prestar. No volveré a dejar cds puestos y con temor profundo me repito varias veces, las series de comedia me dan miedo.

lunes, 29 de julio de 2019

Estaciones


Cayó otra noche de encierro
 y cierro los ojos.
 Si era cierto que me querías..
Paso ya el tiempo.
No te cruzo;
No nos olemos.

 Me enamoré de tu pagina blanca
Y te escribí unos versos de otoño;
En un atrapado infierno.
Quizás el amor es eso.

 Te di tantas hojas para pisar.
Pero solo querías quedar plasmada
En brazos de Veranos..
 De primaveras.
Y sin mas,
Mi corazón quedo en invierno.

viernes, 26 de julio de 2019

Arte Toxico

No me queda muchas mas fuerzas para vivir. Me están envenenando de a poco. El agua del estanque no es cristalina. Tengo hambre. Me atraparon engañado. Si tan solo pudiera moverme. Incluso cerrar la boca, la mandíbula me arde. Mi corazón se agita..
No me llames arte, no merecía estar aquí. Si pase mi vida nadando por lo bajo. Subí en mi adultez a danzar en este vasto universo. Mi alimento me llevo hasta la otra orilla del infierno.
Mi vista no es la mejor, mi olfato no comprendió de ataduras y barcos. Me esforcé en salir de esa prisión solo para caer aquí. La toxina me paraliza mas. Dejo de flotar.

La imposibilidad física de la muerte en la mente de algo vivo es una escultura del artista inglés Damien Hirst, hecha en 1991. Consiste en un tiburón tigre suspendido en un estanque transparente con solución de aldehído fórmico al 5%.

sábado, 20 de julio de 2019

La amistad es un cliché televisivo. Un asqueroso protagonismo de fantasias que se presencia desde la mas corta edad. Te exige ser como los héroes de tv con sus inseparables amistades grotescas. Toda una cadena de palabrerios que se reducen a nivel de importancia de ese otro ente social con las mismas o mas cercanas dificultades para mediar su existencia.

miércoles, 17 de julio de 2019

No fueron gratas las noticias. El viaje y el azar se parecían tanto esa noche..
Ebrios de amor cruzaron el sendero. Bajo su cabello rubio sonreían unos ojos color arena. Ella expresaba su amor como quien acaricia un pichón de primavera. Él en tanto mantenía su silencio. Pretendía mantener su promesa.
No estaban hechos el uno para el otro. De igual modo compartían el deseo de no ser lastimados de vuelta. Lo único que los unía era la hora, la ubicación y la caída al vacío.

domingo, 14 de julio de 2019

prohibición

Susana salió esa mañana hacia el distrito de mercados. Tenía día libre y pensó en ocuparse en reponer todos los alimentos que necesitaría ese mes. Aparte, podría pasar por los comercios nuevos y quizás encontrar aquello que hace años buscaba. Se tomo el colectivo flotante, chequeo que su cartera estuviera completa y se sentó mirando el usual paisaje gris hasta llegar a destino.
Ni bien se subió al ascensor que la llevaría al centro comercial, un hombre entro junto a ella. No lo quiso mirar, pero los espejos que decoraban el lugar lo hacían inevitable. Era un ex compañero de clases, de cuando aún no se había graduado en tecnología Inter espacial. De cuando aún podía enamorarse.
Sin querer, ella sonrió y se le cambiaron de tono las mejillas. Así, sus ojos se encontraron.
-Creo que te conozco- El musitó.
Si, era el chico con el cual fantaseó largas noches. La razón por la cual no abandono la carrera.
- Fuimos compañeros de clase si no me equivoco. Soy Susana. - Dijo con picardía.
El la observo con atención y, en ese momento, el ascensor hizo un ruido y se detuvo por completo.
Arriba de la botonera había un parlante del cual provino una voz robótica.
-Susana Silverman y Arturo Grown; estarán encerrados aquí hasta que las Fuerzas Supremas decidan qué medidas tomar con ustedes.
Al escuchar esto, Susana se sentó en el piso y se largó a llorar. Entre lágrimas, el maquillaje plástico se le fue desprendiendo. Arturo, al verla angustiada, se sentó junto a ella.
- Perdón. Mil veces perdón -Dijo afligido- Yo también me había enamorado de vos cuando la vida era distinta.
- Tantos años y aun me sonroja verte -Contesto ella entre lágrimas.
-Pensé que ya no te volvería a ver nunca más, cuando me instalaron el chip -Respondió él.
-Yo también lo tengo. Por eso nos encontró el monitor. Quería vivir el resto de mi vida pensando que solo me enamore de un hombre que nunca me correspondió.
- Si te correspondía, pero tenía miedo de ser reprendido por las autoridades. En fin, aquí estamos: encerrados, esperando nuestro juicio. -Saco su cigarrillo electrónico y dio unas bocanadas.
La voz robótica hablo nuevamente:
-Revisamos sus memorias. La antigüedad de las circunstancias hace que prescriban los métodos actuales de castigo. En consecuencia, se procederá a borrarles el intervalo de memoria que contiene la información del momento en que se conocieron.
Rápidamente, Arturo besó Susana pensando que así nunca la olvidaría. Ella respondió acariciándole el cabello dulcemente, deseando que las cosas fueran diferentes.
Pocos segundos pasaron y una luz ilumino todo el lugar. Luego, el ascensor hizo unos ruidos y retomó su curso con total normalidad.
Sintiéndose incomoda, ella se levantó apartando la vista del hombre, saco su kit de maquillaje y se acondiciono su cara plástica. Él se levantó confundido, guardo su cigarrillo y miro la hora. No quería que se le hiciera tarde, tenía que hacer compras e ir a encontrar eso que hace años buscaba.

miércoles, 10 de julio de 2019

Eclipse

Esa mañana Manuel pidió con todas sus fuerzas, mantener el trabajo. Había discutido con su jefe por la falta de dinero en su caja.  Ya hacía 7 años que trabajaba en el mismo lugar y este le parecía "manejable" en su habitual vida. Desayunar, trabajar, almorzar, trabajar, cenar y dormir era su agenda diaria. Solo tenía libre los domingos que se dedicaba exclusivamente a mirar televisión.
Se despertó como todas las mañanas con el ruido de su despertador. Tomó dos rodajas de pan de uno de los tantos empaques y se sirvió un café mientras se vestía. Un horrible uniforme gris lo esperaba en su cómoda: pantalones anchos que parecían de un pijama y una camisa anticuada. El logo del supermercado no era tan molesto como tener que llevar su apellido en letra mayúscula: BLANCO.
Si no fuera porque no sé dar bien el cambio, no tendría tantos problemas con mi jefe, pensó. Respiro hondo y puso su mejor sonrisa. Se abrió la puerta automática. Una larga fila de compradores aguardaba afuera. Se sentó en su puesto e intento hacer como si nada hubiera pasado. Ensimismado, le costó darse cuenta que no había ningún otro cajero del supermercado. A una hora de abrir al público no se encontraba más que el hombre de seguridad y él.
Revisó su celular, pensó en si vio algo raro en el camino al trabajo. Si no era fin de semana, si era feriado. ¿Habría sido alguna broma? Se dirigió al sector de electrodomésticos y prendió los televisores.
La conductora del programa de noticias lucia 30 años más joven. Se acomodaba el reluciente cabello cuando soltó una carcajada. Sé escucharon varias risas en respuesta dentro del estudio.
-Los científicos están estudiando los sucesos. El eclipse solar ocasiono algo extraordinario. Pero va más allá de la ciencia. Sonrió. El aeropuerto está colapsado. Los centros comerciales están abarrotados. Solo se ven autos de lujos en las calles. Televidentes. No se preocupen. Solo los deseos más profundos, más positivos y más felices se cumplieron esta mañana. Espectador, si se despertó con una idea esta mañana, si pidió de corazón, solo espere. Hoy se hará realidad.
Manuel no daba crédito a lo que pasaba. Sus pies se movían solos. Su cuerpo se dirigió a la silla. Prendió la caja y se sentó. Lloraba inmóvil. Su deseo también se había hecho realidad.


*dueños: mas clientela.
* siempre tuve la conviccion que nos mataria a todos si pudiera

jueves, 4 de julio de 2019

Subte A

Nunca había tenido miedo a la oscuridad hasta esa mañana de otoño. Lucia tenía por ese entonces 7 años. Viajaba junto a su madre en el subte línea A que las dejaría en el Microcentro. Estaba lleno el andén, pero al subir, pudieron sentarse. A Lucia le gustaba mucho viajar así. Podía hablar con las personas de alrededor sin que se enojara tanto la madre, distinto a lo que ocurría cuando viajaban en colectivo y la madre la obligaba a mantenerse callada.
Cuando llegaron a la estación más próxima a destino hubo un leve movimiento extraño. La carrocería estaba construida en madera y era frecuente algún que otro ruido. Se detuvo unos minutos y luego arrancó de nuevo el vehículo.
A mitad de tramo se escuchó claro y fuerte un segundo ruido. Se detuvo nuevamente, pero esta vez se apagaron las luces. Todo quedo en oscuras. Un silencio emergió en el público. Salió el conductor de la cabina y con un megáfono intento calmar a las personas.
- Abriré las puertas. Intentaré alumbrar el camino. Despacio por favor. Tendremos que caminar hasta el andén, no pisen las vías ni se separen.
Saco una linterna y descendió primero. Lucia le tomo fuerte la mano a su madre y salieron a la oscuridad del túnel. Había tanta gente que, al caminar a ciegas, empujaban y pisaban a la niña. No se veía nada más que la luz a lo lejos que indicaba el camino. Afligida, caminaba intentando no detenerse a llorar. Hasta que en uno de los empujones pierde la mano de su madre y no sabe qué hacer. Empezó a gritar por su mamá, pero era inútil. Corrió entre las personas, siendo tan chiquita no le costó tomar ventaja y termino en la primera fila junto al conductor.
El señor la vio y le dio la mano. La recordó de cuando se estiro para avisar que cerraría las puertas cuando el vehículo estaba aún en funcionamiento. Cuando todo parecía un día normal de trabajo.
Alumbró a Lucia y le confió que en cuanto llegaran a destino, encontraría a la madre.
- ¿Sabes? Tengo una hija de tu edad. ¿Vas al jardín? Ante el bullicio intentaba dialogar.
Lucia era fuerte, se contuvo de llorar. Comenzó a contarle de su familia al conductor. Miraba el horizonte en busca de la luz que significaría el final del recorrido.
Se empaño los ojos para acostumbrarse a la iluminación. Ahora quedaba esperar por su madre. Le dieron golosinas y le aplaudieron la valentía. Se sentó en el banco y aguardó. La última persona en subir fue la madre. Estaba llorando. Angustiada de no ver a su hija.  Pensando que se podría haber caído y accidentado fuertemente. La vio y corrió a abrazarla. A partir de entonces no la llevo más en subte, temiendo encontrarse nuevamente con esa penumbrosa situación.

miércoles, 3 de julio de 2019

¿La tecnologia termino con los libros? Resultó que el Kindle y el libro digital no superó al de papel. Sonaba a guerra ganada..
Hasta que te detenés frente a la vidriera de una librería y los empiezas a contar. Ese lo escribió una famosa de tv, ese otro por un Youtuber, el de allá es el que salio una serie de Netflix, aquel otro es de una película a estrenarse.
Los viejos autores que escribían a la luz de una vela, que debían esconder sus anotaciones para no parecer locos, que hacían impresiones en la oscuridad de una editorial fantasma están pereciendo a pasos agigantados.. Si, la tecnología gano al libro pero en un campo que no estaba pensado.

martes, 2 de julio de 2019

La ouija


Siempre tuve esa picardía de amar a un escritor y justo está fallecido. Ni bien conocí a Borges y supe que daba clases de literatura quise ir. Daba justo la casualidad de que... Estaba muerto. ¡Hace 5 años!
Tarde un tiempo en convencerme en otras opciones. Lo más tétrico que había leído era el Necronomicón y las películas de terror me daban miedo. Pero estaba ahí, de oferta, justo ante mis ojos. ¡Una ouija! y decidí comprarla.
En las instrucciones decían que no nombrara al fantasma que quería llamar, si no que usara palabras con las que fácilmente seria reconocible. Supongo que la gente dirá "abuela" "madre" "mascota" o similar. 
¿Pero cómo lo busco?  Seria un autor argentino celebré. Inicié el ritual y felizmente me encuentro a... Cortázar. Y si, me dice que escribió “flores amarillas” no puede ser otro, ¡que desilusión! le corte así al momento. Espero que el espíritu no se enoje, para mí era más que como usar un teléfono a larga distancia.
El otro llamado que hice me preguntó si era linda. ¿Pero si era ciego? Para mí que era Benedetti y se confundió de país. Ese, el de "La noche de los feos" ¡Que pesadilla de lectura en la secundaria!
.....
Finalmente, luego de varios intentos, supe que era él. Usaba palabras desconocidas, hacia largas pausas, y para no alargar la historia, no supe que preguntarle. Como cuando las fangirls ven a su artista y empiezan a babear y decir cosas sin sentido... Así estaba, bueno, más o menos. La cagué. Corte. Prendí fuego la ouija y me dediqué a aprender idiomas.

domingo, 16 de junio de 2019

Las hormigas

La señora Paredes iba todos los días a la misma cafetería de la ciudad. Sentándose siempre en la primera mesa frente a la ventana.
Esa mañana se tomo su tiempo para conversar con la camarera. Hablaron sobre el clima invernal y la rara aparición de hormigas en las sillas del lugar. Luego pidió su café con leche y todos los diarios que ocupo sobre la segunda mesa, dispuestos a leer en orden. Era una costumbre que empezó con su marido. El fallecido doctor, famoso en la zona, una inminencia por donde se lo vea.
Leía en el primer periódico el titular "Incendio en un laboratorio científico", cuando alguien sucio y despeinado; con una protuberancia extraña en la cabeza se sentó frente a ella. Era su esposo. Después de tantos años de enviudes se encontraba ahí, frente a ella. Quería abrazarlo, quería llorar.
No sabia que decirle, como explicarle cuanto lo extrañaba. Se mantuvo en silencio unos cuantos minutos.
-Alberto- musito. La cafetería estaba completamente silenciosa, parecía vacía.
Ella se llevo la mano a la boca, hacia mucho que no decía su nombre en voz alta. Mas que cuando iba al cementerio. En el día del aniversario dejaba, junto a la tumba, las más perfumadas peonias.
El señor no dijo nada. Estaba con la mirada fija en ella. Con los ojos copiosos y atentos. Una pequeña sonrisa aflojaba entre los dientes duros y corroídos.
Finalmente le tendió la mano. Ella se levanto emocionada, iba directo a abrazarlo. El respondió al abrazo mordiéndole el cuello, apretándola fuertemente para que no se escape. La vida de la señora se apagaba. Alberto había perdido la lucidez y un instinto asesino pudo con él. La sangre se desparramo por el suelo, salpicó sobre el diario. Debajo del titular se detallaba que en el lugar del siniestro se estudiaba a un hongo parásito, extraido de unas hormigas zombificadas.

viernes, 14 de junio de 2019

Destino


Kafka nunca había sido tan feliz como en el momento que conoció la terraza de su vivienda y se volvió su lugar favorito. Esa noche estaba reunido con los vecinos, el Negro y Alonso, cuando cayeron Cacho y Rosa. No era la primera vez que se juntaban ahí, en silencio, a mirar expectantes la avenida principal junto a los rascacielos. 
Para ser un edificio comercial, no estaba tan lleno de personas y a esa hora solo se escuchaba el bullicio de las computadoras encendidas de la oficina principal. 
De vez en cuando miraban hacia las distintas ventanas por si se acercaba alguien. Más que nada porque era un lugar que muchos sentían como único, sin distracciones y con la vista hacia las aves en la copa de los árboles que se distinguían a simple vista.
Todo estaba calmo hasta que llegaron Tonio y Patrón. Arribaron como si fuera su propiedad o su destino. Inmediatamente se apagó el silencio. El Negro y Alonso los miraban de mala manera.
Sabían que terminaría en pelea inevitablemente. La riña llevaba varias noches sin suceder.  En cuanto se escuchó el primer gruñido de Tonio, al intentar aventajarse tomando el primer golpe, fue cuando decidieron Rosa, Cacho y Patrón que era mejor irse y evitar ser heridos. No así para Alonso que acompañaría al Negro hasta el cese de la batalla, sea quien sea el ganador. Ni para Kafka que se quedó impactado por la situación.
Vertiginosamente se abalanzó uno sobre el otro, estaban preparados hasta las uñas. A ninguno le preocupaba que se escucharan los gritos o que desparramaran sangre en el suelo frío del mirador. Tampoco notaron cuando quedaron casi solos. El Negro y Tonio se gruñían, se gritaban, se juntaban, se separaban, sin sacar la vista uno del otro, sin darse cuenta que cada vez estaban más próximos al abismo.
Tonio llevaba la ventaja de ser más grande y fuerte, pero rápidamente se fue cansando. Cuando empezó a notar debilitado que tomo la dirección el Negro y se abalanzó una vez más sobre el otro y con una distancia tal que ambos cayeron por el vacio.
Kafka se acercó de prisa para ver que había sido de los dos rivales. El Negro había logrado caer en cuatro patas y no sufrir herida alguna, no fue así para Tonio que murió en el acto. 
Los humanos dueños del edificio al ver el cadáver a la mañana siguiente dictaminaron poner vallas para evitar más caídas. También un alambrado desde el piso al techo de la terraza y prohibieron además el arribo de más gatos. Tonio había logrado la victoria, nadie podría ocupar su lugar a lo alto del edificio.

sábado, 1 de junio de 2019

desaparición (rehacer)

Desaparición
Era la primera vez que perdía a mamá. Ella siempre me despierta y, si sale, me deja una nota  acomodada en la mesa o con un imán en el refrigerador.  ¿Habrá ido al supermercado? Chequeé si había alguna lista de compras o si faltaba algo, pero la heladera estaba llena al igual que los armarios. Muebles que, extrañamente, estaban fuera del lugar habitual.
Cuando note el charco oscuro de aceite en el piso del living realmente me preocupé. Agarre mi celular y le mande un mensaje ¿Se le habrá quedado sin carga lejos de acá?. Miré su habitación y extrañamente había olvidado su cartera junto a una de sus tantas baterías extras.
Le consulté a una vecina si la vio salir. Parece que se fue tan temprano a la mañana que no escucho ningún ruido. Mamá siempre avisa, siempre está dejándome anotaciones. Todo el tiempo preocupada de que todo este listo en casa. Nunca falta el desayuno preparado y en esta ocasión no estaba ahí listo. Me inquietaba cada vez mas a medida que se hacia el mediodía.
Era muy temprano para comunicar su desaparición a la policía. Así que hice otras llamadas intentando ubicarla; revisando la agenda de gente que frecuenta sin recibir novedades.
Finalmente me vestí y salí directo a los locales que concurre. En cualquier momento caería la noche y no tenia noticias de ella. Llame a papá pero no supo decirme, estaba ocupado con el trabajo pero haría la denuncia en cuanto tuviera tiempo libre.
Miraba la hora asustada. Era mi culpa. Siempre fui despreocupada de ella. No le había dado interés a los resultados de su  último diagnostico.
Ya de noche sabia que jamas la encontraría. Si tan solo le hubiera cambiado el chip antes.


Salvaje
 La primera vez que Tobías se miró frente a un espejo fue frente a un lago congelado, cuando aún tenía que esconderse de los animales que acechaban las cavernas. Se miraba expectante, sin bajar la guardia, mientras se ponía la ropa para ir a clases,extrañaba su taparrabo. Ahora tenía que ponerse las odiosas zapatillas.
 Su hermano había logrado aprender de la cacería y cocinaba el desayuno. La madre en tanto se maquillaba y alistaba para ir a trabajar. Su padre ya estaba en el trabajo y eso significaría tener que salir rápido para caminar a la escuela y llegar a tiempo.
 Salió de su habitación gruñendo, sabía que  por su comportamiento los padres tendrían que dirigirse a hablar con la directora de la institución. La primera vez fue cuando tiro todo al suelo. Vaciando todas las mesas del aula. Ahora había mordido a una compañerita cuando le quiso tomar un lápiz de color.
Dejó su mamut de felpa sobre la mesa, comió rápidamente como si hubiera pasado tiempo invernando y se dirigió a clases junto a su hermano. Hoy intentaría a regañadientes hacer buena letra. No era su intención traer más problemas a casa.
En el laboratorio, los científicos celebraban mientras observaban las filmaciones de la cámaras de seguridad dispuestas en la casa. Finalmente la familia numero 25 parecía haberse adaptado a la civilización después de haber sido descongelados.

sábado, 18 de mayo de 2019

Envidada



Esta noche voy a morir. Lo sé. No me molesta decirlo.

Recuerdo esa madrugada cuando me despertó un ruido. Primero fue una especie de carcajada siniestra y luego unas manos golpeando una mesa. Salí nerviosamente de mi habitación a revisar el living. No encontré la razón del ruido, en cambio noté tres sillas movidas de su lugar y un juego de póker a medio comenzar. No sé si pueda explicar que fue lo que me llevo a sentarme en el lugar del cuarto jugador. Solo seguí la partida como si estuviera dentro y tome las cartas correspondientes. De casualidad me toco una mano ganadora y vencí a esos tres contrincantes fantasmas. Junte las fichas ganadas y me dormí.
Me levante asustado de la hora y salí disparado al trabajo. Con el apuro conduje imprudentemente y termine chocando contra un poste de luz. A pesar de que atravesé con violencia el parabrisas, me enderece ante el asombro de los transeúntes sin rasguño alguno. No podía evitar poner mi vida a prueba nuevamente.. ¿Podría haber estado La Muerte sentada en mi living jugando póker? ¿Quiénes serían los otros dos? Decidí probar con la suerte y fue tal cual. Ganaba todo bingo que participara, toda la lotería, sorteo... Hasta que una décima vez perdí terriblemente. ¿Será que la suerte puso en juego 10 fichas? Intente recordarlo pero ya no me parecía tan importante. El segundo contrincante en la mesa de mi salón fue, sin duda alguna, una especie de dios del clima pero fueron tan pocas monedas que no lo disfrute ni le di tampoco mucha importancia.
Pasaron años y seguí experimentando. Haciéndome famoso como un hombre invencible. Me daba curiosidad la muerte. Fantaseaba con esas monedas, quizás eran cerca de ochenta... En algún momento mi magia desaparecería en pleno acto televisivo y sería una leyenda. Pero al paso del tiempo deje de ser nuevo, de ser importante. Decidí tener una familia. Dejar esto del juego atrás y pensar en una vida tranquila disfrutando el paso de los años. Jamás pensé en que iba a ver a mi hijo jubilarse, conocer a mis tataranietos. Hoy finalmente es el último aniversario de esa noche. Hoy me despido de toda la aventura. Arrugado y habiendo vivido tanto. Les deseo buenas noches.

miércoles, 1 de mayo de 2019

vehemencia
Me enamoré desde la primera vez que la vi. Blanca y refinada, tal vez un poco sombría..
Si la hubieras visto... Me quitaba las ganas de pestañear.
La veía todos los días en el colectivo y sonreía. La quería. Pero soy tan tímido..
Si, ya sé que tuve otras. Reconozco mi prontuario. Desde muy chico admire a las mas altas, mas esculpidas, aunque alguna que otra bajita también me caía bien.
No estoy loco, muchacho. Es así el amor, y el mio es "Relampagoso". Difícil de saciar.
Si lo sabría mi madre.. Siempre quejándose de mi sin entender esta sensación tan única.
Mi primera vez fue a los 15 años, era una noche codiciosa. Fui rápido, conciso, como todo primerizo.
Igual salí victorioso.. Recuerdo que me quede el resto de la noche tirado bajo el árbol que daba con su esquina intentando observarla. Oculto de las llamas de la pasión, absorbido por el amor de ese encuentro.
Siempre fui prudente. Tenia que estar convencido de que era la apropiada.
Muchacho, si vieras como me preparaba. El pelo bien corto, las uñas prolijas, la valija preparada la noche anterior. No necesito un loquero, nunca fui tan irresponsable.
Tuve que conocerla mas, no podía con mis sentimientos. Mi corazón se agitaba como nunca. Su blancuzca inocencia, tan acogedora y agradable. Tenia que descubrirla mas a fondo. Vos sabes.. Toquetearla, ¿Me entiende? Vagar dentro de ella. Pase una noche escondido lo mas cerca que pude para saborearla más sin mucha suerte. Ese fue mi error. Esa ultima noche fui visto y sé, amigo, que me esperaban ustedes. Sabían que seria la noche que la prendería fuego.

lunes, 4 de febrero de 2019

otra vez

No se porque te volví a soñar.
como si hubiéramos podido tener algo.
como si te dieras cuenta que valgo.
que podrías ser entendido y amado..

te conocí en un momento de la vida
que no dejo camino para nada mas
pero ahi estas
en esa fantasía donde te abrazo y beso
donde admito mi amor por ti 
y me sonríes entendiendo
que todo nos separa y nos une.

lunes, 21 de enero de 2019

Romancero

Perdido el tiempo, intuí que era necesario conversar.
Estaba tan callado el aire que no supe por donde comenzar el dialogo y solo te sonreí.
Una mueca forzada salió de tus labios en modo de respuesta. Era lo justo, no quedaba mucho plazo para que el mundo finalmente se destruyera. La catástrofe surgiría en cualquier minuto y sé que jamás diría mis ultimas intenciones de amor, de que provoque el fin del mundo solo para conseguir el regalo perfecto que ayudara a confesar mi amor.
Ningún otro loco científico modificaría el ADN de las flores para que canten una melodía y conflictuaría el ecosistema, dejándonos estos últimos momentos de oxígeno que finalmente desperdiciaría intentando cortar el aire con palabras que yacen en el suspiro de un enamorado.

bullicio

donde iremos cuando dejen de cantar las
sirenas?
cual será el ruido que nos azote después?
si solo fallamos en encontrarnos donde la frialdad debió romper nuestra promesa de amor profundo..

llanto

te desnudas, te desangras, oscurece.
te rearmas, te reactivas, huye.
mi corazón solo llora.
la espiral se centraba entre vidrios rotos
la pared distorsionada por el tiempo
el amanecer recién iniciaba el encuentro
del desbaratado sucumbir de las almas
muerto entre fantasmas
anochece
se corta el aire de las palabras
yace el suspiro del adiós.

lunes, 14 de enero de 2019

Suicidio

-Querías destruir mi mundo, y lo hiciste. Calculaste como ninguno la manera exacta para romper mi interior. Aun falta alguien en tu lista de asesinatos -Tomé el cuchillo- terminemos con esto.