martes, 22 de marzo de 2022

El último día. Aída Bortnik

 Cuando sonó el despertador electrónico con alarma intermitente que encendía la radio en frecuencia modulada, ya estaba despierta. Se calzó las chinelas del andar anatómico y caminó con aire fatigado hasta el baño decorado en todos los colores de la selva. 

El cepillo especialmente diseñado para ser implacable, se rompió mientras se frotaba los dientes con la pasta que huele como si su boca sólo masticara flores. Puso en la esponja que elimina todo lo que no es limpiamente suyo, un poco de jabón cuya espuma devuelve la lozanía del bebé y se frotó el cuerpo para reactivar la circulación de los poros. Se lavó la cabeza con el champú que restaura y vitaminiza cada pelo, pero descubrió que irritaba los ojos. Eso le permitió llorar tranquila. En cambio, con la crema desenredante, desopacante, deselectrizante, esponjante, pudo masajearse un rato el dolor de cabeza que le quedaba siempre después de haber tomado las píldoras para dormir que provocaban solamente los sueños soñados. 

Se secó con las toallas que acarician excitantemente y mientras conectaba el secador-marcador que permite conseguir un peinado de reina en el tiempo libre de una fregona, pensó que era el día indicado y que no había ningún motivo para seguir postergando el momento. El desodorante que protege a los que se acercan, se estaba terminando.Frente al espejo se aplicó cuidadosamente la crema que elastiza los párpados, la loción que rejuvenece las mejillas y el lápiz que convierte las ojeras en aureolas de luz. Después se maquilló con los tonos que imponen primavera a su vara. Se rió un rato cuando descubrió que estaba echándose el último chorro del perfume que los vuelve completamente locos. 

El traje de corte juvenil, según la moda italiana, la hacía más gorda; pero el vestido safari que usan las mujeres de hoy ya se lo había puesto ayer. Aunque no tenía ganas desayunó un yogur descremado, deshidratado, balanceado y con sabor a fresas salvajes. Encendió un cigarrillo que denunciaba su poder adquisitivo y miró apenas los titulares del diario que dice todo lo que no calla. El horóscopo prometía un día excepcional y una sorpresa y una noticia.

Antes de cerrar la puerta miró el departamento y pensó que, arreglado y todo, igual parecía la casa de alguien que no vivía allí.

Se subió al auto capaz de trepar montañas, volar por encima de los precipicios y nadar ríos tormentosos. Mientras esperaba en el primer semáforo miró el reloj que le indicaba hora, minutos, segundos, fecha, día, mes, años, era, vencimiento de la próxima cuota para seguir pagándolo. Y era tarde. 

Por la fuerza de la costumbre se deslizó hacia su estilista con el andar de pantera aprendido sólo en diez lecciones. Pero, como siempre, nadie la miró. Desenfundó la máquina que hace todo por usted menos descansar y trabajar, acunada por la música que funciona para que no funcione su cerebro.

Almorzó un sándwich de pan de harina sin harina con la rebanada de queso que mantiene su peso y una latita de la bebida que burbujea en su pancita y ayuda a digerir la comidita. Por la tarde, se ocupó de los trámites imprescindibles en el banco que parece un hogar y administra su dinero como un padrastro.

Se sentó en un bar y tomó un trago de la bebida que sólo toman los que pueden. Cuando pidió la segunda copa pensó que ya había ingerido todas las calorías ahorradas pacientemente a lo largo del día. Se tiró de cabeza al río en el mismo momento en que se encendían todos los avisos luminosos


lunes, 7 de marzo de 2022

HISTORIA de Ana Martins Marques


Tengo 39 años.

Mis dientes tienen unos 7 años menos.

Mis senos tienen unos 12 años menos.

Aún más recientes son mis cabellos y mis uñas.

Por la mañana como un pan.

Tiene una historia de 2 días.

Al salir de mi apartamento,

que tiene unos 40 años

vistiendo unos jeans de 4 años

y una camiseta de no más que 3,

intercambio con mi vecino

palabras de unos 800 años

y piso sin querer un charco

con 2 horas de historia

deshaciendo una imagen

que vivió

algunos segundos.

 

SI LO TUYO NO ES ESCRIBIR SOBRE LAS PERSONAS de Janet Frame


Si lo tuyo no es escribir sobre las personas, decía él,
quédate con los lugares, despídete de las novelas,
prueba escribir poemas. En los poemas, ¿sabes?
caben mejor los paisajes y las marinas; unas cuentas flores,
tal vez un jardín, una casa —muchas casas de dónde escoger.
Lee las páginas de bienes-raíces en tu periódico –vista inmejorable–
de ensueño –en ¿sueño?– chimenea portátil, entrada exclusiva,
vista al mar, ideal para casa principal; bellos jardines, alta
plusvalía; cercana a colegios, comercios, iglesias…
olvídate de las personas; nadie tiene que vivir en la casa o la calle o el
campo o la ciudad, crea un país vacío.
¿Ves lo que trato de explicarte? los poemas se ven bien sin las personas.
Dedica tu odio al cielo, al mar, al clima, a los árboles:
con eso será suficiente.

Quiero decir, ¿Cómo puedes escribir una novela sin personas?
Todos los él y ella, los ires y venires, los haceres
y pesares y asombros, “lágrimas y risas, amor y deseo y odio”
a través del “acceso posterior” –una “puerta trasera, una puerta privada, cualquier puerta
o reja distinta a la entrada principal”– Diccionario Oxford. Una forma de escape, un refugio. 

domingo, 6 de marzo de 2022

A medida que envejezco de Lawrence Ferlinghetti

 percibo que la vida

tiene la cola en la boca

y otros poetas y otros pintores

ya no encarnan para mí

ningún tipo de competencia

El cielo es el desafío

el cielo

que aún debe ser descifrado

ese alto cielo

ante el que caen agobiados

los astrónomos

con sus grandes orejas electrónicas

ese cielo

que nos susurra constante

los secretos finales del universo

el mismo que respira

hacia adentro hacia afuera

como si fuera el interior de una boca

del cosmos

el mismo cielo

que es el borde de la tierra

y del mar también

el cielo

de voces múltiples y ningún dios

rodeando un océano de sonido

que devuelve ecos

como las olas

que estallan en el murallón

Poemas enteros

diccionarios completos

enrollándose

en la explosión de un trueno

Cada atardecer un cuadro instantáneo

cada nube un libro de sombras

a través de las que vuelan salvajes

las vocales de los pájaros

que llorarán repentinamente

Ese firmamento para el pescador

está despejado

a pesar de las nubes oscuras

Él lo observa

lo estima por lo que es:

el espejo del mar

a punto de precipitarse sobre él

en su bote de madera

al filo del horizonte oscuro

Nosotros lo imaginamos como un poeta

siempre cara a cara con la vieja realidad

donde los pájaros nunca vuelan

antes de la tormenta

No lo dudes

él sabe lo que caerá desde las alturas

antes de que amanezca

él es su propio vigía

en su embarcación

atento al sonido del universo

dando cuenta de las visiones

de la tierra de lo viviente

con su voz poderosa

miércoles, 2 de marzo de 2022

Loop

 Abro la puerta y me encuentro otro yo, otros más que salen de una lampara. Somos varios. Nos integramos y nos desintegramos.

Un yo se mueve a un lugar no determinado. Mira su bolsillo. También lo hago. Una especie de salero con una runa.

El lo recuerda, todos lo recordamos. Hay que huir...

Pero el solo se mueve y se dirige a otra dirección no establecida.

Hay en el suelo llorando una chica. Sus multiplicados en la otra sala. También ha hecho lo mismo. Lo sabemos.

Tiene una especie de pimentero en el bolsillo.

Mi yo de la puerta, del frente a la mujer inquieta se lo pide. Ve a las dos runas, encuentra el hueco en la puerta y huyen.

Espero mi turno exista en algún momento y también poder atravesar el camino a la realidad. Todos lo queremos. 

Pero tengo que quedarme. Otra vez me desintegro.