miércoles, 29 de enero de 2020

Cuando los santos vienen marchando


Quisiera saber cuánto tiempo llevo encerrada en este armario de roble. El único de la casa con la cerradura falseada. Intento ponerme de pie, una vez más. La madera se siente como una baranda, frente a mi hay una escalera que me invita a subir.
Debería estar en un micro rumbo a Miramar, mezclada entre el gentío, todos con su piel color pulpa de ciruela de tanto sol. Los mataría con distintos tipos de sierras. Frente a un estupefacto policía como en una película de terror famosa que aconteció luego de la era decimonónica, la que nunca pude ver que tiene un zombi con la mandíbula destartalada.
La escalinata sigue y me recuerda a mi primer alquiler. Después del arduo día laboral solo quería llegar, tomar una champaña, sacarle el corcho y brindar. Sin pareja ni desilusiones, feliz como una lombriz.
De repente al subir otro peldaño hace otro ruido, como a gradas de chapa. Esas que subía para llegar al aula. Como cuando era estudiante. Recuerdo que recién egresada, mis amigos me llenaron el pelo de pasta dentífrica, no salió más ese olor a menta del colchón.
Un aroma familiar aparece, como a chocolatada y cereal. Ese que me preparaba mi mamá y con el que me empachaba de tanto comer mientras miraba la maratón de "Soy la comadreja", para luego dormir plácidamente la siesta. Soñaba con un príncipe azul, que me tomaba de la cintura como papá. "Si era un Rey, mejor" pensaba. Seré una gran reina, con una enorme corona brillante y mi labial de fresa.
Abro los ojos. Estoy en el ropero de la habitación de mis padres. Quiero jugar a las escondidas con papá y escucho cuchicheo. Es él acostándose en la cama seguido de mi niñera. Entonces los veo y el mundo se me viene abajo.























-Escribir desde la omisión una escena en la que un hombre o una mujer propone en un encuentro sexual con evasivas / escribir desde la omisión una escena en la que un personaje "delire" a otro sin que el otro se dé cuenta.
-Trabajar saltos significante a partir de las siguientes palabras: vidrio; globo; luna; oreja; pulmón; pirámide; golosina
-Trabajar cuantas variables se les ocurran para las siguientes oraciones: "El trabajo es arduo" "La mariposa vuela bajo" "La chica tenía una marca en el cuello"
-Trabajar saereanamente esta oración: "¿Quien era esa mujer que reía?"

miércoles, 22 de enero de 2020

Neurótico

Tomó una hoja y escribió como si a través de los dedos fluyera su alma. Era la milésima que iría derecho al tacho de basura. Si bien la máquina de escribir le gustaba, su angustia yacía en esa página en blanco.
Miró a lo alto de su escritorio, a la línea de libros. Tomó un poco de aire y suspiró. El aburrido libro de Etología lo observaba, junto a un reloj de arena que creyó que algún día le serviría de inspiración.
"No soy aficionado a la literatura" era la mentira que solía repetirse a menudo. Única forma de salir vivo en las reuniones familiares. La última vez que usó esa frase fue en una quinta, junto a la piscina, mientras cocinaban carnes al disco. Decidió olvidarse de eso conforme fue, quedándose con una sola tarea en la vida, al igual que los policías, que se entregan por completo a su pasión.
Entró a la cocina, conectó la cafetera al enchufe y preparó unas tostadas con mermelada de melón. Debía inspirarse. Observaba los grandes cuadros con tigres y la mesa de cedro con innumerables laberintos. Levantó los libros que estaban a sus pies, los que había lanzado exasperado horas antes. Primero tomó el que hablaba del zodiaco y enumeraba las virtudes de capricornio y sus parecidos a la primera letra del alfabeto hebreo, el Aleph. Le siguió un libro sobre una marioneta y su búsqueda, similar a las leyendas del Gólem, de un corazón. Otro más y otro.
Nada. Nada servía en su afán de pretender ser él. Tantos días en solitario, encerrado frente a la hoja en blanco. Llenándose de inútiles libros.
No aguantaba más las horas en sepia. Nada de lo que había hecho, comprado, leído, le sonaba ya útil.
Por fin lo dijo a toda voz: Te odio Jorge Luis Borges.

viernes, 17 de enero de 2020

RECADO


"Además tampoco fue maduro de tu parte actuar así. Me dejaste estoica, con la llave provisoria en la mano. Sé que tenes que arreglar tus cosas primero"-Bip.
Camino alejándome de la playa al ver la hora del reloj. Me sostengo en la pared para remover la arena de mi zapato y vuelvo a dejar mensaje al contestador.
"Esta soleado. Tanto que prometías un día lluvioso, copioso. Te crees tan sagaz.. "
La llamada de vuelta se corta, pesé a la tecnología actual, no pueden guardar mas de unos pocos minutos esas inútiles cosas.
"Adoro la calidez de esta cafetería. Un muchacho más capacitado que vos toca tu melodía favorita en el piano, las servilletas están dispuestas al mejor estilo origami. Simetrico y ordenado en cada mesa. Llevo días esperándote en este paradisíaco.."
Observo el crepúsculo desde la ventana. La batería esta por agotarse, y antes de guardarlo en el porta celular de mi cinturón, reviso tu perfil de red social para encontrarme con un mensaje de voz.
"Te llamé por teléfono... y me daba ocupado todo el tiempo. Hermosa, te confundiste de costa y estas al otro lado del mundo.. Con la llave del hotel que te di, es probable que hayas encontrado el mismo nombre.. " bip.

jueves, 2 de enero de 2020


Cegado

Sabía los que me esperaba cuando vi el diente de león surgir de la maceta y no, no podía callarlo.
Lo primero que noté extraño fue el desayuno. Ese privilegio que aún nos podemos dar mis hermanos y yo. Las facturas estaban duras y añejas. Tomé la última medialuna, la sensación esponjosa y suave, me dio un susto de muerte. Mis dedos pegajosos del caramelo, un asco sin precedentes. 
Le siguió la lata de lentejas, nuestro almuerzo. Desparramo puras semillas claras y relucientes. No quería asumir la situación. Menos pensar que la lluvia ácida podría desaparecer y moriríamos contaminados por el ambiente. 
Apoyé mi vista en el logo con forma del planeta Júpiter y su lugar de origen figuraba Canadá. Me dio seguridad saber que no era de acá. De algún modo atravesó la coraza gubernamental y esos asquerosos pasaron su porquería aquí. Probablemente lo compró en mal estado y ni se fijó eso mi hermano, pensé.
Mas calmado, me puse las ojotas y salí a la nebulosa me traería algo de paz. El aire tenía el fuerte olor del cuero viejo y la acritud del papel antiguo. 
El descubrimiento fue producto de una serendipia o una desgracia. Mi magnánimo corazón se rompía, no quería preocupar a mi familia, pero tampoco podía evitar el insoslayable destino.
Debo correr, encontrar la biblioteca nacional y buscar información de lo que podría haber pasado. Todo tiene una razón. Aceleró. Quiero olvidar la flor y no puedo. Escucho pasos.
- ¡Nos están matando! grito al cruzar la manzana atestada de gente. 
Planeaba decir lo que vi a un policía, llevarlo hasta el macetero, o hacerlo noticia "El clima está cambiando" como titular. 

Miro hacia arriba. No llego a recorrer con mis ojos el extraño y perturbador cielo azul. Alguien me golpea. Me llevan, escucho voces y ya no tengo más que decir. Escupo sangre y mis hermanos me levantan del suelo. Solo veo negro.