jueves, 31 de octubre de 2019

Ambición


Despertó bañado en sudor, otra vez envuelto en sueños idílicos, había olvidado encender el ventilador de techo.
Desayunó una rebanada de pan con dulce de leche traído de La Pampa, un viaje que realizó 5 años atrás, cuando creyó que su sitio era el campo. Homero fue en su juventud, entre tantas cosas, un cazador de serpientes.  Coleccionaba varios cascabeles en distintas vitrinasTambién fue filántropo; juntaba monedas de cobre, todas del año 1788, de distintos lugares del mundo.
Observó a su derecha la pintura del Vaticano. Otro viaje que había realizado hace unos años. Cuando creyó haber recibido la llamada de Dios.
-Me parece que podrías esforzarte un poco más- Se decía a sí mismo, sin acritud.
 Esperanzado de encontrar un lugar donde pertenecer, no notó cómo se transformaba en un esperpento. Planeando su próximo proyecto, no notó los escalofríos, ni el subir de la fiebre en el periodo álgido que lo esperaba tras comer productos vencidos. Nunca supo en qué momento se le escapó la vida.

viernes, 25 de octubre de 2019

Me despierta un terrible ardor. Una quemazon en mi muñeca. A mi lado yace un desconocido boca arriba.
Mi mano está vendada, me duele la cabeza. Me abrazó las rodillas y lloro. Me balanceo. La alarma es lo ultimo que recuerdo. Ahora, en una habitación similar a la de un hotel. Miro al frente. La luz tenue, rojiza no me deja ver lo suficiente. Mis manos chocan con una superficie plástica,  transparente. (Ubicación)
Grito. No me escucha. Se ríe.
Pero noto al hombre trajeado sentado con un vaso de whisky en la mano. Me mira y se relame.
Camino hacia el. Necesito respuestas. 
Mi escándalo despierta al desconocido de la cama que se levanta frenético. Se agarra la cabeza y  lo reconozco que es Pablo, el repositor del supermercado que.. Una voz mecanizada irrumpe: -Todo lo que ven es suyo. Son libres de usarlo siempre y cuando la persona reflejada haga exactamente lo mismo. No podrán comer, beber o dormir sin que la persona que verán al otro lado lo haga. A tal efecto en su muñeca poseen alertas que van desde sonidos hasta choques eléctricos. Renunciar no es una opción. Verán que pronto se acostumbran.
-Que!? Cómo!?
Un pitido atraviesa mi piel. Debo acostarme en la cama. Con el último aliento extiendo los brazos y todo se calma.
Pablo, se acerca a mi. Me empuja sin fuerza y caigo desincronizada. La electricidad me paraliza y pierdo la conciencia.
Me levanto. Ella había esperado mi reacción sin moverse. El hombre trajeado no estaba en la habitación.
Nos miramos, nos acercamos a la pared. Reconocí la habitación idéntica en su mayor parte. Me sentía en una casa de muñecas dividida a la mitad.
La apariencia no era exacta, pero éramos demasiado similares, como dibujados por la misma tinta. La mujer apenas parecía mayor que yo, llevaba ropa más fina que la mía. El hombre con corbata parecía de un alto cargo ejecutivo empresarial. Su cabello apenas dejaba entrever las canas. Podríamos haber sido un espejo, claramente. Ahora estábamos condenados a serlo. Mi mente no dejaba de divagar, este hombre debió pagar todo. Pero, ¿por qué?
Quise saber su nombre, su origen. No había forma. 
Pablo vuelve desnudo. Tiemblo. Me dice que me devestirá y tendremos que bañarnos juntos. 
Entiendo que intenta anticipar los movimientos del hombre de traje. 
Me toca los pechos, me los cubro. Ella corre al baño y enciende la ducha. 
Cenamos. Tomaba atenta el vaso en medida que Ana lo hacía. Nuestros cubiertos eran de plástico. 
Ella, a quien llamé Ana, porque me recordaba levemente a mi hermana, comprendía el funcionamiento de este sistema, por lo que intentaba accionar lentamente y hacerme distintas señas para que pudiera seguirla.
Pablo estaba más irritable, el hombre de traje al que debía seguir nada le importaba. Hacia todo rápidamente solo para ver cómo el sistema de alarma transmitía distintos niveles de dolor. De momento a otro la empuja de la silla, se satisface escuchandome gritar de dolor. Luego tira el vaso y lo lamo del piso. Pablo apoya su pie levemente en mi cabeza, intenta no lastimarme. Quisiera que el hombre de traje fuera así con Ana. Luego fue el inodoro. 
Tenía que desvestirme seductoramente frente a él. Si no era dormir en la ducha o bañarme con agua helada. Empujarla para que la alarma suene en mi piel.
Verlo masturbarse. Ensuciarme la cara. Aguantar el llanto hasta que se durmiera y huir al baño.
Voyeurismo. A la tercera noche él la violó. Sentía sobre mí sus ojos. Quería llorar, quería huir, y no era posible. Tenía que esperar a que todo terminara. 
Todos los días serían iguales. Ana lloraba en la ducha y yo, no podía dejar de pensar en mi familia. Pablo estaba cansado de repetir el día a día. No me dirigía palabra alguna para evitar posible castigo.


jueves, 24 de octubre de 2019

La navidad se ve distinta desde el puente. La luna llena es mi trofeo. La enfermedad pudo conmigo. Estoy pelado, mezquino como un gato, alejado de todo y todos.
Escribiendo mi última dedicatoria en este libro de recuerdos. Llegando a la hoja final. Firmó con una iguana y pido al cielo otra vida. Otra oportunidad.
Un auto se detiene. Un grito desesperado. Un tibio abrazo. El viento esparce las palabras olvidadas en el inmenso mar.


Nath, afable y calamitosa, en su vehiculo que ha trancendido kilometros de viento e impronta, cansada de su arduo día laboral contemplando discusiones sin justificación, insulto al peatón desconocido que atravesó, como dueño de ka calle, ensimismado en su celular, la peligrosa avenida.

jueves, 17 de octubre de 2019

perritos


Esa mañana fui castigado. Había roto con mi pelota la maceta del cactus que mamá adoraba. La única con forma de estatua antigua y por eso me prohibió los dibujitos. Ahí desperté.
Las noticias no paraban de hablar sobre el aniversario del “crac del 29”. Yo viví esa época, fue lo primero que pensé mientras tomaba la leche.
Recuerdo brevemente la cueva del archipiélago, la que tenía una imagen de un colibrí grabado en la roca. En ese entonces no tenía mejillas ruborizadas ni dientes de leche. Había pedido dinero prestado y lo había gastado en la bolsa de valores. Llevándome a obtener deudas impagables.
Debía desaparecer. Fingir mi muerte. Lo primero fue robar un cadáver del cementerio, luego llenarlo de cal para desfigurarlo más y finalmente plantar pistas de un posible asesinato (siendo que tenía tanta gente buscándome por el dinero perdido, no fue nada difícil).
Vagando en el tren a un nuevo destino lo escuché. Era un loco que decía que él no era él. Intenté comprender su inconexo relato y creí que era un viajero en el tiempo. Debía comprobarlo con mis propios ojos. No fue difícil llegar a las islas ni encontrar la ubicación.
Ya fue mucho castigo por hoy. -dice mi mamá. Mientras cambia de canal.
Quiero recordarlo todo pero hay perritos. Muchos. De colores. Quedó dormido acurrucado en el sofá.

jueves, 10 de octubre de 2019

Viaje
La abuela se fue a Islandia - Dijo el Dinosaurio de juguete.
Si, por eso la carta de despedida - acoto la dentadura postiza dentro del vaso lleno de agua.
Lucia los escuchaba mientras encendía el mechero de juguete, ya lista la mesita de té. Las tazas de cerámica con flores eran su juguete favorito, esas que la abuela Tita le había regalado en el último cumpleaños.
- No, no es así. Gruño mientras jugaba que era una detective. Yo escuche cuando mamá dijo que le dio un paroxismo.
- ¿Y qué es eso? pregunto el dinosaurio.
- ¿Algo que se come? Si yo me quede acá... -Dijo la dentadura postiza. - Estuve todo el tiempo en la mesa de luz.
- Por eso, ¿Como se iría a vivir a otra parte sin dientes para comer? Cuestiono, mientras tomaba un lápiz azul y dibujaba un corazón en la mesa.
De repente pidió silencio al escuchar ruidos en la sala.
Despacito Lucia abrió la puerta. Saltó a las piernas de la madre que sollozaba sosteniendo una foto donde sonreía junto a su madre.
- Yo nunca me iré ni a Islandia ni a Paroxismo. No llore má.
Dejo la fotografía, se secó las lágrimas.
- ¿Y si hacemos unas galletitas?

Serenidad
Me esperaba en la puerta trasera del hotel. Nos escaparíamos de la ciudad en cuanto se apagarán las luces y cayera el toque de queda. 
No en vano junte aerosoles antes que los explotaran en la gran quema. Mas que necesario era grafitear la ciudad. Expresar lo que está mal y se nos oculta. Pero nunca pensé en tener compañía. Ni enamorarme. Esos ojos azules y esos labios que pedían la libertad a gritos. Hace tiempo que nos conocíamos en un grupo opositor al sistema y no habíamos cruzado palabra alguna.
Esa noche conversamos, sonreímos, nos tomamos las manos. Era cuestión de tiempo para el desengaño compartido. Después de todo, ambos éramos demonios intentando terminar con la tranquilidad de Dios en su tierra.

jueves, 3 de octubre de 2019

Baje las escaleras mecánicas y tome el subte. El ruido de la locomotora de vapor siempre me adormece.Siento un leve nuevo movimiento y abro los ojos. Otra vez las escaleras, aun no llegue al anden ni tome el transporte. Intento observar la salida pero esta oscura. Comienzo a olvidar como debería lucir el subterráneo. Mi institutriz me despierta, leo el año en el diario que lee y recuerdo que debo esperar unos años más para depositar los objetos en los sueños de sus posibles creadores.

Manzanas
Nadie comprendería porque me casé con Martín. Creen que lloro luego de 50 años de casados. Solo sé que ya no tengo motivo para seguir comprando manzanas. Miro al cielo. Después de tanta tormenta, el día esta soleado y sin nubes. Recordándome que termino el frío invierno.
No fui chica de altas calificaciones, pero me gustaba los concursos y el dinero que podría ganar en esa ocasión era necesario en mi hogar. Me prepare, representaría a mi secundaria. Me había dedicado a  estudiar sin descanso.
La primera consigna fue describir "El ocaso".
- Crepúsculo vespertino, declive, el descenso, el retroceso o el final de algo, momento en el que el sol atraviesa la línea del horizonte y desaparece de nuestra vista. Dije sin parpadear.
 Me aplaudieron. Se maravillaron de la rapidez de mis palabras. El conductor se sorprendió, la cámara me amaba.
-La segunda palabra es "Trinchera"-Anunció.
 -Surco que los soldados realizan en la tierra con el objetivo de protegerse de los ataques enemigos, de modo simbólico es el nombre que recibe a un espacio de confrontación o de lucha.
Pasaron los otros concursantes, perdían sin mas. De repente, quede sola y el conductor vociferó:
-La ultima "Desierto".
-Lugar despoblado e inhabitado, arenoso o pedregoso que carece de vegetación. Todas las luces de colores se encendieron, comenzaron a caer globos. La hinchada gritaba enloquecida, había ganado.
Era feliz. Era implacable.
El conductor pidió silencio, los aplausos cesaron. "Todo o nada" se dibujo en la pantalla y acepte.
-La palabra es "Viento".
 Comencé a temblar. Me tapaba los ojos, no se me ocurría nada. Me había quedado sin palabras. Perdí.
Lloré sin parar abrazando mi almohada. Volver al colegio después de eso fue una tortura mas grande que la que imagine. Mas que nada mi compañero Martín se dedicaba a perseguirme. Rompía mis cosas, o las lanzaba a la basura. Convencía al resto de que me tiraran agua, me escupieran chicles. Mis padres no supieron hacer otra cosa que cambiar de ciudad y alejarme.
Años después, Martín y yo nos vimos de nuevo. Estaba sola en la fila del cine al igual que él. Lo reconocí fácilmente, a pesar de la barba y la gordura, y comenzamos a charlar de la vida. De pronto eramos novios y a los meses nos casamos. Nunca fui capaz de lastimar una mosca, pero sabia que el cianuro es fatal si esperaba lo suficiente.
Mientras entierran a mi marido pienso en el viento. Sonrió. Podría haber contestado algo poético como "La primavera tardía nos contagio su aliento de flores".