jueves, 7 de noviembre de 2019

La última persona en el mundo se estaba comprando una cocina.
Miraba los precio con los anteojos de ver de cerca, mientras pensaba en sus ahorros. De vez en cuando buscaba en su cartera los otros, los de ver de lejos y decidía paseando por el stand.
Tengo la fortuna de que ningún vendedor me insiste, pensó. Se tomó su tiempo, inclinada y agarrada a la vez de la pared, para probar el sistema de bandejas internas del aparato. Debía calcular la cantidad de hornallas que usaba en el día a día. En si le quedó arroz en la casa. Que si venía alguna visita. 
Luego de unos minutos de entretención mental, se olvidaba de tanto pensar y volvía a la primera o última estantería de las heladeras o de los lavarropas, o de comida.


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