martes, 2 de julio de 2019

La ouija


Siempre tuve esa picardía de amar a un escritor y justo está fallecido. Ni bien conocí a Borges y supe que daba clases de literatura quise ir. Daba justo la casualidad de que... Estaba muerto. ¡Hace 5 años!
Tarde un tiempo en convencerme en otras opciones. Lo más tétrico que había leído era el Necronomicón y las películas de terror me daban miedo. Pero estaba ahí, de oferta, justo ante mis ojos. ¡Una ouija! y decidí comprarla.
En las instrucciones decían que no nombrara al fantasma que quería llamar, si no que usara palabras con las que fácilmente seria reconocible. Supongo que la gente dirá "abuela" "madre" "mascota" o similar. 
¿Pero cómo lo busco?  Seria un autor argentino celebré. Inicié el ritual y felizmente me encuentro a... Cortázar. Y si, me dice que escribió “flores amarillas” no puede ser otro, ¡que desilusión! le corte así al momento. Espero que el espíritu no se enoje, para mí era más que como usar un teléfono a larga distancia.
El otro llamado que hice me preguntó si era linda. ¿Pero si era ciego? Para mí que era Benedetti y se confundió de país. Ese, el de "La noche de los feos" ¡Que pesadilla de lectura en la secundaria!
.....
Finalmente, luego de varios intentos, supe que era él. Usaba palabras desconocidas, hacia largas pausas, y para no alargar la historia, no supe que preguntarle. Como cuando las fangirls ven a su artista y empiezan a babear y decir cosas sin sentido... Así estaba, bueno, más o menos. La cagué. Corte. Prendí fuego la ouija y me dediqué a aprender idiomas.

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