martes, 10 de diciembre de 2019

Era nuevo en esta cosa de contar su vida. Tenía mucho que arriesgar para poner fin a su tortura. No en vano había trabajado tantos años bajo la mirada de un horrible jefe. Tenía una casa que pagar y una familia a la cual cuidar. Pero el dolor llegaba a su punto limite. Ya no dibujaba sonrisas en las nubes. El suelo era duro para seguir cavando.
No anocheció. Se quedó la velada con los ojos puestos en el destino descarado. En buscar maneras, opciones, oportunidades para acabar con el dolor. Con la tiranía del rey de su existencia.
Busco amigos, confío en las voces de otras personas alrededor de su universo inquieto. Lloro de desesperanza en la oscuridad y vio la luz. Solo le quedaba terminar el proceso que lo llevaría a la libertad. Los miedos lo aterraban pero nada era efímero ya. 

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