miércoles, 3 de diciembre de 2008

2004

Tanto tiempo, y tanto vacío. Las lagrimas cortan el destino al igual que la pistola. Fiel compañera que nunca había tenido en mi poder, pero de repente se encuentra en mi mano, se ríe de mi. Quiere que la utilice. Y yo cumpliré su pedido. No se bien porque. Tiene una bala a mi nombre y una sonrisa endiablada.

Aun así, ¿A quien le importara lo que me ocurra a mi?.  ¿A quien en su vida no lo han engañado o utilizado o algún que otro etcétera?. Porque la humanidad es así? El arma me pregunta cosas que no se responder. Me mira fijo. Todos siempre observan, se burlan y dañan.

No se que hacer, estoy sentado aquí hace ya mucho tiempo. Es cruel el amor, también la vida, pero aun así algo me dice que debo vivir. No es un instinto de supervivencia como oí decir. Nada de eso. No se cuantas personas que se han encontrado en esta posición ni que habrán hecho.

Yo soy yo, aunque a veces quiera ser otro, o haga lo que otros hacen o.... ¿yo soy yo realmente?...

Apunto el arma a mi cabeza. Hay un inmenso silencio. Inaguantable. Quiero gritar, decir algo. Pero que? Porque siento esto?... Busco respuestas y remuevo mi pasado, veo imágenes que se suceden de manera mística. Recuerdos. El tiempo que ha pasado hasta encontrarme acá, hasta tomar el arma y... apuntar. Temo a la fría muerte.

Lloro y siento que no son mías las lagrimas. Me observo desde otra perspectiva. No lo había notado antes este sentimiento. Si. Este también es un recuerdo. Un recuerdo de cómo fue que llegue aquí. Como es que yo... Morí.



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