martes, 16 de abril de 2024

Perfume

 Me sentí incapaz, durante días, de hacer algo con aquello. Será por eso que lo segundo que resolví, luego de tenerlo un tiempo en el baño, llevarlo a la habitación. A la mesa de luz para ser más específica. Solo duro tres noches, porque verlo de temprano, a primera hora de la mañana, me ponía de terrible humor.

Ya sé que tendría que haber actuado antes, que las consecuencias, que esto y así. Pero esto no fue un accidente y nunca dire algo por el estilo... Es mi mente que no se calla.

¿Para qué darle más vueltas al tema? Pero tirarlo a la basura no solucionaría nada. Que las terapias NewAge me plantearían que sea positiva, que disfrute, que aclare mi mente. Mi vecina me opinaría lo contrario.

¿Qué diría mi mamá? No quiero ni pensarlo. Quizás, y en un tiempo, mi papá me perdoné, o al menos no se altere como la otra noche en la cena. Y eso que mi plan de un espacio público parecía bueno para que no grite, y ni modo, empezó con eso de que sufriría del corazón, se moriría, estiraría la pata por mi culpa.

A todo esto, aquello sigue aquí, en la mesa del living. Ya alucino que tiene vida propia y en cualquier momento me grita, o huye, tipo las opciones más comunes.

Ya sé, irá a un cajón. El cajón de la otra mesa de luz. Total, no va a volver y el test de embarazo, con sus dos palitos verticales, ganara su perfume como si se le impregnara el calor, o el amor de quien no lo quiso.

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