martes, 27 de junio de 2023

Sorpresa

 Cuando el fantasma toco el timbre en mi portón no me asuste, lo vi más bien como a un pequeño perro vagabundo. Me contó que necesitaba asustar a alguien para poder dejar de caminar y dar vueltas en la nada. Accedí sabiendo bien que soy difícil de asustar. 

Empezó como era de esperarse, apagando y encendiendo las luces de la casa. Luego con ruidos que iban desde puertas cerrándose hasta sillas moviéndose, pero sin cambios. Yo me entretenía, lo tomaba como algo gracioso que me hacía salir de la rutina.

Cuando el fantasma se cansó decidió comunicarme que se daba por vencido.

El grito que pegue, dios mío. Nunca me había asustado tanto en mi vida. Y, por el lado de él, supongo que se marchó al cielo. Se me eriza la piel, la idea de repetirlo. El fantasma, el que se veía tan mágico y amable, me llamo… me llamo señora.

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