jueves, 5 de enero de 2023

mensaje

Levanto el teléfono del suelo, se que está roto pero al verlo está impecable. Mi mamá me apura, tenemos entradas al teatro y estamos sobre la hora.
No vemos taxis, decide que un colectivo nos dejara cerca. Subimos, de momento estaba lleno pero al instante de abonar los pasajeros se bajaron. Mamá no dice nada. Tomamos el asiento de adelante, el de discapacitados. Pide que vaya rápido porque estábamos en una urgencia. Nunca la Vi tan preocupada de llegar a un sitio. 
Tomo mi celular para mandar un mensaje a mi novio, el túnel está paralizado de autos y el colectivo frena de golpe. Mi teléfono se cae al suelo, lo levanto, está sano. Mí mamá me apura porque llegaremos tarde. El colectivero tiene una cara que ya vi antes. No entiendo porque está tan apurada mí mamá, y yo le hecho la culpa a esta secuencia que se repite. Porque se que aunque guarde el teléfono en cualquier bolsillo de mí saco o cartera volará por los aires por culpa del impacto.
Está será la última vez, pienso. Y antes de tomar el celular del suelo le pido a mamá que pare, que no llegaremos, que quiero llorar porque no de que está pasando hoy. 
Mí mamá cambia de cara, me abraza. Se que no me vas a creer, dice. Pablo te engaña y solo quería hacer que lo vieras con tus ojos, cariño. 
Mí mundo colapsa pero lo entiendo y por primera vez, tomo el celular y está machucado, roto aplastado y con el poco impulso que tomó, cae debajo del colectivo que se escapa a lo lejos, lleno de gente apretada hacia un túnel vacío.

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