No anocheció. Se quedó la velada con los ojos puestos en el destino descarado. En buscar maneras, opciones, oportunidades para acabar con el dolor. Con la tiranía del rey de su existencia.
Busco amigos, confío en las voces de otras personas alrededor de su universo inquieto. Lloro de desesperanza en la oscuridad y vio la luz. Solo le quedaba terminar el proceso que lo llevaría a la libertad. Los miedos lo aterraban pero nada era efímero ya.
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