Miraba los precio con los anteojos de ver de cerca, mientras pensaba en sus ahorros. De vez en cuando buscaba en su cartera los otros, los de ver de lejos y decidía paseando por el stand.
Tengo la fortuna de que ningún vendedor me insiste, pensó. Se tomó su tiempo, inclinada y agarrada a la vez de la pared, para probar el sistema de bandejas internas del aparato. Debía calcular la cantidad de hornallas que usaba en el día a día. En si le quedó arroz en la casa. Que si venía alguna visita.
Luego de unos minutos de entretención mental, se olvidaba de tanto pensar y volvía a la primera o última estantería de las heladeras o de los lavarropas, o de comida.
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