Te dejé entrar en mi jardín,
así, corazón de alcaucil.
Bajo ese almendro florido
Dije tantas cosas que no podré repetir.
Te veo en el canto de las aves
entre los verdes de mis campos
recorriendo el camino de ladrillos
para no pisar mi amor.
Te admiro al mover la tierra
intentar plantarte como semilla
Pero te cruzarás de prado
cuando encuentres razón.
Y me quedaré
Sin palabras que repetir
Sola en mi corazón de cebolla
y mis ojos llenándose de pétalos.
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