Mi mamá tenía una maceta de jazmines blancos. Siempre traía las flores dentro de casa e inundaba todo con su aroma y siempre afuera estaba la rosa china. No tenía gran perfume, no era atractiva su color. Mi mamá le daba agua y la dejo siempre fuera. Ninguna flor jamás entró. La quería de lejos, la cuidaba a distancia.
Entendí que su querer siempre fue así. A veces cercano y cariñoso, y a veces más lejano, pero siempre demostrando su amor.
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