martes, 15 de octubre de 2024

Laberinto by Max

Atrapados estamos. siendo una bestia o un tauro.
Apoteosis es como empezó este infierno.
Entre nosotros conseguiremos su asta y será nuestra bandera.
Que nuestra atalaya la tenga como trofeo.
Pero solo si llegamos escapar 
muro tras muro.
Hay que chequear, hay que escapar
De una manera u otra.
Escaparemos jóvenes o viejos.
Pedrusco semi inquebrantable, 
Paredes fortuitas,
¿Será un enredo o una trampa?
¿Que habremos hecho?
¿Habrá una fuga o siquiera entrada?
No importa, acá permaneceremos.

martes, 1 de octubre de 2024

TABAQUERÍA (ÁLVARO DE CAMPOS) Fernando Pessoa

No soy nada.
Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.
Aparte de esto, tengo en mí todos los sueños del mundo.

Ventanas de mi cuarto,
cuarto de uno de los millones en el mundo que nadie sabe quién son
(y si lo supiesen, ¿qué sabrían?)
Ventanas que dan al misterio de una calle cruzada constantemente por la gente,
calle inaccesible a todos los pensamientos,
real, imposiblemente real, cierta, desconocidamente cierta,
con el misterio de las cosas bajo las piedras y los seres,
con el de la muerte que traza manchas húmedas en las paredes,
con el del destino que conduce al carro de todo por la calle de nada.

Hoy estoy convencido como si supiese la verdad,
lúcido como su estuviese por morir
y no tuviese más hermandad con las cosas que la de una despedida,
y la hilera de trenes de un convoy desfila frente a mí
y hay un largo silbido
dentro de mi cráneo
y hay una sacudida en mis nervios y crujen mis huesos en la arrancada.

Hoy estoy perplejo, como quien pensó y encontró y olvidó,
hoy estoy dividido entre la lealtad que debo
a la Tabaquería del otro lado de la calle, como cosa real por fuera,
y la sensación de que todo es sueño, como cosa real por dentro.

Fallé en todo.
Como no tuve propósito alguno tal vez todo fue nada.
Lo que me enseñaron
lo eché por la ventana del traspatio.
Ayer fui al campo con grandes propósitos.
encontré sólo hierbas y árboles
y la gente que había era igual a la otra.
Dejo la ventana y me siento en una silla. ¿En qué he de pensar?

¿Qué puedo saber de lo que seré, yo que no sé lo que soy?
¿Ser lo que pienso? ¡Pienso ser tantas cosas!
¡Y hay tantos que piensan ser esas mismas cosas que no podemos ser tantos!

¿Genio? En este momento
cien mil cerebros se creen en sueños genios como yo
y la historia no recordará, ¿quién sabe?, ni uno,
y sólo habrá un muladar para tantas futuras conquistas.
No, no creo en mí.
¡En tantos manicomios hay tantos locos con tantas certezas!
Yo, que no tengo ninguna ¿puedo estar en lo cierto?
No, en mí no creo.
¿En cuántas buhardillas y no-buhardillas del mundo
genios-para-sí-mismos a esta hora están soñando?
¿Cuántas aspiraciones altas y nobles y lúcidas
-sí, de veras altas y nobles y lúcidas-
quizá realizables,
no verán nunca la luz del sol real ni llegarán a oídos de la gente?

El mundo es para los que nacieron para conquistarlo
no para los que sueñan que pueden conquistarlo, aunque tengan razón.
He soñado más que todas las hazañas de Napoleón.
He abrazado en mi pecho hipotético más humanidades que Cristo,
he pensado en secreto más filosofías que las escritas por ningún Kant.
Pero soy y seré siempre el de la buhardilla,
aunque no viva en ella.
Seré siempre el que no nació para eso.
Seré siempre sólo el que tenía algunas cualidades,
seré siempre el que aguardó que le abrieran la puerta frente a un muro que no tenía puerta,
el que cantó el cántico del Infinito en un gallinero,
el que oyó la voz de Dios en un pozo cegado.
¿Creer en mí? Ni en mí ni en nada.
Derrame la naturaleza su sol y su lluvia
sobre mi ardiente cabeza y que su viento me despeine
y después que venga lo que viniere o tiene que venir o no ha de venir.
Esclavos cardíacos de las estrellas,
conquistamos al mundo antes de levantarnos de la cama;
nos despertamos y se vuelve opaco;
salimos a la calle y se vuelve ajeno,
es la tierra y el sistema solar y la Vía Láctea y lo Indefinido.

(Come chocolates, muchacha,
¡Come chocolates!
Mira que no hay metafísica en el mundo como los chocolates,
mira que todas las religiones enseñan menos que la confitería.
¡Come, sucia muchacha, come!
¡Si yo pudiese comer chocolates con la misma verdad con que tú los comes!
Pero yo pienso y al arrancar el papel de plata, que es de estaño,
echo por tierra todo, mi vida misma.)

Queda al menos la amargura de lo que nunca seré,
la caligrafía rápida de estos versos,
pórtico que mira hacia lo imposible.
Al menos me otorgo a mí mismo un desprecio sin lágrimas,
noble al menos por el gesto amplio con que arrojo,
sin prenda, la ropa sucia que soy al tumulto del mundo
y me quedo en casa sin camisa.

(Tú que consuelas y no existes, y por eso consuelas,
Diosa griega, estatua engendrada viva,
patricia romana, imposible y nefasta,
princesa de los trovadores, escotada marquesa del dieciocho,
cocotte célebre del tiempo de nuestros abuelos,
o no sé cual moderna -no acierto bien la cual-
sea lo que seas y la que seas, ¡si puedes inspirar, inspírame!
Mi corazón es un balde vacío.
Como invocan espíritus los que invocan espíritus me invoco,
me invoco a mí mismo y nada aparece.
Me acerco a la ventana y veo la calle con una nitidez absoluta.
Veo las tiendas, la acera, veo los coches que pasan,
veo los entes vivos vestidos que pasan,
veo los perros que también existen,
y todo esto me parece una condena a la degradación
y todo esto, como todo, me es ajeno.)

Viví, estudié, amé y hasta tuve fe.
Hoy no hay mendigo al que no envidie sólo por ser él y no yo.

En cada uno veo el andrajo, la llaga y la mentira.
y pienso: tal vez nunca viviste, ni estudiaste, ni amaste, ni creíste
(Porque es posible dar realidad a todo esto sin hacer nada de todo esto.)
Tal vez has existido apenas como la lagartija a la que cortan el rabo
Y el rabo salta, separado del cuerpo.

Hice conmigo lo que no sabía hacer.
Y no hice lo que podía.
El disfraz que me puse no era el mío.
Creyeron que yo era el que no era, no los desmentí y me perdí.
Cuando quise arrancarme la máscara,
la tenía pegada a la cara.
Cuando la arranqué y me vi en el espejo,
estaba desfigurado.
Estaba borracho, no podía entrar en mi disfraz.
Lo acosté y me quedé afuera,
Dormí en el guardarropa
como un perro tolerado por la gerencia
por ser inofensivo.
Voy a escribir este cuento para probar que soy sublime.

Esencia musical de mis versos inútiles,
quién pudiera encontrarte como cosa que yo hice
y no encontrarme siempre enfrente de la Tabaquería de enfrente:
Pisan los pies la conciencia de estar existiendo
como un tapete en el que tropieza un borracho
o la esterilla que se roban los gitanos y que no vale nada.

El Dueño de la Tabaquería aparece en la puerta y se instala contra la puerta.
Con la incomodidad del que tiene el cuello torcido,
con la incomodidad de un alma torcida, lo veo.
El morirá y yo moriré.
El dejará su rótulo y yo dejaré mis versos.
En un momento dado morirá el rótulo y morirán mis versos.
Después, en otro momento, morirán la calle donde estaba pintado el rótulo
y el idioma en que fueron escritos los versos.
Después morirá el planeta gigante donde pasó todo esto.
En otros planetas de otros sistemas algo parecido a la gente
continuará haciendo cosas parecidas a versos,
parecidas a vivir bajo un rótulo de tienda,
siempre una cosa frente a otra cosa,
siempre una cosa tan inútil como la otra,
siempre lo imposible tan estúpido como lo real,
siempre el misterio del fondo tan cierto como el misterio de la superficie,
siempre ésta o aquella cosa o ni una cosa ni la otra.

Un hombre entra a la Tabaquería (¿para comprar tabaco?),
y la realidad plausible cae de repente sobre mí.
Me enderezo a medias, enérgico, convencido, humano,
y se me ocurren estos versos en que diré lo contrario.

Enciendo un cigarro al pensar en escribirlos
y saboreo en el cigarro la libertad de todos los pensamientos.
Fumo y sigo al humo con mi estela,
y gozo, en un momento sensible y alerta,
la liberación de todas las especulaciones
y la conciencia de que la metafísica es el resultado de una indisposición.
y después de esto me reclino en mi silla
y continúo fumando.
Seguiré fumando hasta que el destino lo quiera.

(Si me casase con la hija de la lavandera
quizá sería feliz).
Visto esto, me levanto. Me acerco a la ventana.
El hombre sale de la Tabaquería (¿guarda el cambio en la bolsa del pantalón?),
ah, lo conozco, es Estevez, que ignora la metafísica.
(El Dueño de la Tabaquería aparece en la puerta).
Movido por un instinto adivinatorio, Estevez se vuelve y me reconoce;
me saluda con la mano y yo le grito ¡Adiós, Estevez! y el universo
se reconstruye en mí sin ideal ni esperanza 
y el Dueño de la tabaquería sonríe.

sábado, 28 de septiembre de 2024

ravioles

Hay cosas que si las pensas una vez, no dejan de sucederte. En mí caso fue ver al gato atento con los pájaros del jardín cantando su melodia.
A partir de ahí, me quedé con la idea de cómo sería si por ejemplo unos ravioles me cantarán. Digo ravioles como puede ser cualquier otra pasta, carne, verduras, frutas, no sé. Lo que se come.
Y justo me vino a pasar un martes. pero no cualquier martes, sino el "martes" donde tengo que ir a conocer a la familia de mí novia. y no es cualquier familia, sino una muy complicada. ya estaba mentalizado que la iba a cagar.
primero por andar paveando media hora antes de salir y segundo porque soy yo.
Empecé informal, para sacarme los nervios. Le dije papá a mí suegro. La cara de mí novia, igual a la de toda mujer que pasa por alguien como yo. Fue exactamente esa que imaginas.
Lo siguiente fue sentarme en la mesa y requerir de mí chica cualquier objeto que estaba cerca pero me daba vergüenza tomar por mis manos.
Mí suegra ocupada en la cocina, mí sudor de pies a cabeza. Apenas podía oír la conversación sobre como algunos peces como los pez rayas bebés lucían tan similares en color y forma a los ravioles.
No quería pensar en pájaros y ravioles. Menos peces y ravioles. Y mucho menos en que sonido harían los pájaros, los peces y los ravioles para un gato doméstico.
Mí novia insistía que estaba ante una prueba, no sé cuál, que tenga precaución. Por momentos de que se quería ir.
Y llegaron los famosos ravioles. Eran un poco más chicos, un poco menos blancos. No sabía cómo evitar escuchar ese canto leve, ese suspiro melodioso de ave en el plato frente a mí.
Tomé fuerza. Apreté el tenedor para que silenciara ese ser y lo comí.
Su sabor era distinto, algún relleno de atún o similar. Medio aguado. Muy aguado. Me termine el plato frente a un extraño asombro de mis suegros y mí novia. Una sobre exaltación que resultó en mí suegro abrazándome, llamándome hijo y aceptandome como miembro en la familia.
Pero al mes o dos, pensé en como se sentirá meter los cuernos y estoy soltero de vuelta. Así soy yo.

divorcio

Nunca espere estar así, juntando cajas, despoblando un hogar.
Ya no quedaban más muebles que una vieja y tambaleante mesa con cuatro sillas, las necesarias para la ultima reunión. 
Vos, yo y los abogados. No había un nosotros, no había razones para cruzar miradas, pondriamos la casa de nuestros sueños a la venta. Dividiriamos las partes.
El sofa que nunca quisiste para mí. El radioreloj que odie con su melodia noventera para vos.
No tuvimos tiempo para tener. No, no teniamos futuro juntos, como para encima castigar la vida de un otro. Un infante redondo y tierno. Que me llamé mamá, que me enseñe, nos enseñe a llantos a no discutir con violencia. Porque la mesa tambalea desde el día que enfrentó tu puño y mí silencio.
Pero aún así. Estamos. Otra vez, frente a frente, lágrimas y más lágrimas.
Fue cuando un lamento vibro en el suelo, como el ronroneo de un gato.
Una melodía familiar, de un cantante fallecido que me rememoraba tantas cosas. Todos quedamos atentos porque rebotaba en las paredes. El sonido era dentro de la casa, pero no quedaba equipo de música ni salía de ningún celular.
Qué otra cosa, puedo hacer, si no olvido, moriré y otro crimen quedará sin resolver. Lo susurré a medida que sonaba.
Era la casa que también se le rompía el sueño de ser hogar. Era una despedida, no, era un anhelo de olvidarnos también. De poder vivir feliz con la familia que la compré. Era o éramos parte del crimen. Y a nosotros nos quedaría, por siempre nos quedaría, un adios sin resolver.

viernes, 6 de septiembre de 2024

perfect days hilo

La historia sigue la estructura "Kishōtenketsu", una narrativa en cuatro actos que proviene de China y Japón.

Ki (introducción)
Shō (desarrollo)
Ten (giro, un elemento nuevo, una especie de caos en un mundo ordenado)
Ketsu (armonización)

Lo interesante de esta estructura es que la historia se construye a partir de la armonía, de la contemplación del universo, de entender cómo es y aceptarlo. En contraste, la narrativa occidental suele centrarse en los conflictos y en una pregunta dramática que debe ser resuelta.
Por eso, es tan común que en las películas del cine asiático se perciba que no "pasa nada". La estructura Kishōtenketsu se basa en aceptar el universo en su belleza, en contemplarlo y disfrutarlo tal como es, en lugar de desear que fuera diferente.

https://x.com/Jiajieyy/status/1832024231309082659?t=126M5l4QFMgokIxdtSdCag&s=19