(Esta
es la historia de
una leyenda, y como muchas, existen son ciertas.)
En el siglo XVII vivió un caballero que era tan fuerte, como orgulloso. Su nombre era Kain
y su imagen
era tan respetable como
su nombre.
A sus 21 años de edad, eran admirables sus ojos marrón claro, su cabello lacio
y brilloso, como
la seda, y del mismo
color que sus
ojos y una
altura de 1.80
centímetros.
Pero todo esto
es de menor importancia
ya que solo se
lo recuerda como uno de
los cuatro caballeros
más fuertes al servicio
del rey Gwin.
Muchas
cosas se rumoreaban acerca
del poderoso caballero
pero lo único cierto era
que fue un niño que
creció sin un
padre. Entrenaba noche y día
para convertirse no
solo en un
caballero, si no, en el más
fuerte de todos. Se ejercitó durante gran
parte de su
vida, volviéndose cada
vez más tenaz. Atravesó cientos de campos de
batalla, saliendo invicto en cada pelea y cada vez se volvía más fuerte y feroz completamente solo.
Una
tarde, el joven
Kain fue citado
al palacio del
rey. Un hombre de
cabello rubio, tan dorado como el
mismo sol, unos ojos
tan azules y
calmados como el mar,
y una altura
de 1.85 centímetros. Kain lo veía
como el padre que
no tuvo.
El
joven ingreso al
enorme palacio de
paredes completamente blancas
y suelos recubiertos por
una enorme alfombra
roja, donde su armadura
plateada y su capa
negra con un
enorme león plateado
bordado en ella, resaltaban tanto
como la armadura
del sabio y
viejo rey, quien con
un tono firme comenzó a hablar:
-Buenas
tardes joven Kain, es
un gusto verte, ¿Cómo has estado?. Me entere hace poco
de tu aplastante
triunfo en el reino cercano. Felicidades.
Kain musitó:
-Hm , solo
fue cuestión de suerte
y un poco de
voluntad, mi rey.
El
joven Kain se puso de rodillas corriendo la capa sobre su espalda, a
lo que el
rey respondio reclamando:
-¡De
pie joven guerrero! Bien sabes
que no necesitamos
formalidades.
El rey se
acercó a Kain y le tendió su mano
derecha, el caballero se
puso de pie y lo vio a los ojos diciendo:
- A veces
olvido que más que
un rey has
sido un padre
para mí. Dime padre, ¿Qué situación
te ha guiado a convocarme
esta tarde?.
El Rey sonrió y
mando a llamar a
alguien mientras respondía entusiasmado.
-Veras hijo mío,
mi pequeña hija está
convencida de poder
defenderse de un
guerrero por si misma. Si es que alguien le enseña
cómo hacerlo, y eso fue lo que me guio a ti
¿Quién si no el guerrero más fuerte
del reino podría
ser mentor de
mi niña?.
El
joven caballero cerro
sus ojos y
comenzó a recordar
a la bella
niña de cabellos rojizos
y ojos marrones con
quien solía jugar
cuando niño. Muy
grande fue su
sorpresa cuando, al abrirlos nuevamente, vio que
esa niña ya
era una hermosa
doncella hecha y derecha que aspiraba al
trono y que
estaba parada frente
a él. Luego de
verla alrededor de un
minuto, ella se ruborizo y pregunto:
-¿Qué
sucede Kain, acaso ya
no reconoces a
tu princesa?.
El joven
caballero sonrió un instante y
respondió:
-¿Como olvidar
a esa niña
que intentaba atacarme
cada tarde con
espadas de madera?, Como has crecido Freya.
La
princesa sonrió algo
ruborizada aun y
luego con un
tono demandante pregunto:
-¿Así que me
entrenaras o tienes miedo
de lastimarte Kain?.
El
caballero sonrío burlonamente
y respondió:
-Un campo
de batalla no
es lugar para
una dama, pero hare
mi mejor esfuerzo.
La
chica impulsada por
la alegría, salto
y lo abrazo
fuerte para agradecerle de
mil maneras por
su ayuda, ambos cayeron
al suelo mientras
su padre reía
por verlos como
hacía años durante
su infancia .
Luego de
un rato el caballero
se levantó y con él, la princesa. En tono algo distante dijo:
–Mañana al
amanecer comenzaremos, espero que estés lista. Mi
rey, o mejor dicho
padre, me marcho a preparar todo.
padre, me marcho a preparar todo.
Se inclinó una vez más
haciendo una reverencia
a ambos y
dio la espalda
para caminar hacia
la puerta , donde lo
esperaba su enorme
caballo negro, dispuesto a
partir cuando su
amo lo deseara.
Al
siguiente amanecer, el caballero
acudió al castillo
a buscar a
su pequeña alumna
para comenzar su
entrenamiento. Luego de una
breve espera la
muchacha descendió las
escaleras para mostrarse ante
el joven con una
extraña y muy
pesada armadura, con
la cual casi
no podía moverse. El joven comenzó a reír ,
burlándose de los lentos
y torpes pasos de
la muchacha. Cuando por
fin logro ponerse
en pie frente
a él, la chica
lo vio a los ojos
y pregunto:
- ¿De qué te ríes, acaso
mi armadura te asusta?
El
joven retomo su
tono serio y dijo:
–No, solo me causa risa
que uses una
armadura más grande
que tú , me recuerdas a
mi cuando era un niño.
La
doncella sonrío levemente
ante el recuerdo
del caballero, entrenando
cuando era un
niño, pero una voz
tranquila y fuerte
interrumpió su imaginación
con la preguntando:
-¿Ya partiréis
hacia los campos
Elíseos hijos míos?
A
lo que el
muchacho respondió:
– No su
majestad , he de entrenarla en
aquellos bosques de
sauce , donde no pueda
distraerse con las flores.
El
rey lanzo una
carcajada y respondió:
-Buena elección Kain , si
logras convertirla en
guerrera quizás te otorgue
el título de
Conde Kaidan.
El
joven se sorprendió ante ese
comentario pero prefirió
mantener la serenidad
que lo caracterizaba
y dijo ya volteando:
-Prometo su majestad, que la
princesa será una
feroz guerrera para
este mismo día dentro
de solo cuatro
primaveras .
Entonces el sabio
y avejentado hombre descendió
las escaleras y tomo
del brazo al muchacho
para desearle suerte
y rogar por que
cuidara a su niña.
La muchacha
entreno junto al joven durante
cuatro largos años.
Cuando
su maestro decidió que
era tiempo, volvieron al
castillo a informar
al rey sobre el entrenamiento finalizado. En las cercanías oyeron que el rey se encontraba en
su lecho de
muerte debido a una enfermedad
para la cual
no se conocía
cura.
Al enterarse de
esto corrieron hacia el castillo. No solo querían hablar de su progreso con el rey, si no que también que habían decidido ser pareja hacía ya un
año.
Ya en el lugar, el
rey les sonrío y les
dio su bendición. Tomando la mano
del joven dijo:
-Ahora serás conocido
como Conde Kaidan. Por
favor, cuida de mi
reino y mi
hija. Cerro sus ojos y
su cuerpo palideció, volviéndose frio. El
joven apretó su
fría mano y
lanzo un grito, casi como
un rugido. Como nunca
quebró en un
llanto inconsolable. Freya lo
abrazo fuerte diciendo:
–Calma amor mío, se
lo mucho que
te duele, pero estoy
contigo.
Ambos se
dieron un abrazo
muy fuerte, mientras sollozaban
junto al difunto.
Años
pasaron luego de
la muerte del
rey y la
sucesión de su
hija en el
trono. El esposo de
la princesa ahora era el rey, pero
era visto siempre
frente a las
fuerzas militares del
reino. Todo estaba en paz.
Un tiempo después, un reino vencido
en el pasado decidió declarar una guerra, la
cual fue aceptada
por cuestiones económicas
y tácticas.
Pasados ya dos años
de guerra la bella reina cayo presa
de una enfermedad
que la llevo a
la muerte, en sus últimos
días mando a buscar a
su esposo. Cuando este
entro a la habitación que prontamente se volvería su lecho de muerte, Freya lo
llamo y tomo su mano
para susurrarle:
–Amor mío,
gracias por estos años
y recuerda que este no es un
adiós si no un nos veremos. Nunca te
rindas mi caballero, mi amado , mi león.
Al
finalizar esas palabras la
reina murió.
El
conde paso dos
días junto a su
difunta esposa y
luego salió rumbo
al frente de
batalla pero con su
armadura original y la capa
del difunto rey, así
como también un espadón
que le había
sido otorgado por su
esposa. Monto en su caballo y se
colocó frente a las
filas del reino al grito de:
- ¡¡¡ADELANTE!!!-
Comenzó
un ataque feroz, el conde destrozaba las
filas enemigas e
ignoraba sus heridas. El
ejercito contrario comenzó a perder
fuerzas pero no se
daba por vencido. La batalla duro dos horas hasta
que, finalmente, el rey
enemigo fue decapitado.
Tras
ganar la batalla, el
caballero clavo su
espadón en el
suelo y mirando al
cielo aparecieron flashes de imágenes donde él estaba junto a su esposa
y junto a su padre. Agitado, extendió su mano
derecha y lanzo un
último rugido, pero de felicidad, y seguido a eso, un
susurro final que
decía:
-¡Por fin! Mi
amada familia.. Atravesé otro
campo, solo por verlos..
Dejo caer
su cuerpo contra
su espadón ,como si
recibiera un cálido
abrazo y murió con una
sonrisa..
Fin
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